jueves, julio 3

El encuentro de dos amigos


Como una muestra de los extraordinarios proveedores de libros que tengo, y que cada año como muchos otros atrás, al acercase un día para festejarse, no dejan de obsequiarme su cariño y apoyo mediante el gesto de darme libros, es que pude encontrarme con una publicación sencilla pero contundente.
En esta breve obra de no más de 150 páginas se recogen escritos del Cardenal Prefecto de la Fe dedicados, como homenaje, a S.S. Juan Pablo II; y, además, las principales referencias que el ahora Papa, Benedicto XVI, hace en memoria de quien fuera el sucesor de Pedro antes que él.
Con el particular estilo que le caracteriza el Card. Ratzinger efectúa una valoración del significado del pontificado de Wojtyla; nos presenta una esquematización muy asequible a todo lector sobre las 14 encíclicas del papado anterior y, presenta también, el Tríptico Romano sobre las tablas poéticas de la meditación de Juan Pablo II ante los frescos de la Capilla Sixtina.
Dejando de lado el pronunciamiento como Prefecto de la Fe es posible reconocer en Raztinger una profunda y sincera admiración por quien en aquél tiempo llevaba puestas las sandalias del pescador. A través de los viajes emprendidos juntos, las publicaciones, los diálogos, los compartires, el significado para ellos de la Iglesia y la Salvación, una gran amistad fue forjándose con el paso de los días. La unión entre estos dos hombres queda expuesta llanamente a los ojos del lector, la amistad y el amor cristiano queda demostrada en cada una de las palabras articuladas en el texto.
Es impactante el último escrito en el cuál, públicamente, Ratzinger como parte de la homilía por las exequias del amado papa se refiere a él. Después inició el Cónclave del cual saldría electo., y todo sus pronunciamientos son en calidad de la Dignidad que ostenta. En aquella Eucaristía al término de su mensaje, el entonces Cardenal Decano del Colegio Cardenalicio, declara como cierre una frase que aún muchos llevamos en el corazón:
Ninguno de nosotros podrá olvidar cómo, en el último domingo de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano y dio la bendición urbi et orbi por última vez. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendícenos, Santo Padre. Confiamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. Amén.
Ya como Papa, Benedicto XVI expresa, y con él la Iglesia entera, que los hombres de nuestro tiempo tenemos para con Dios una gran deuda por el inmenso regalo de un pontífice como Juan Pablo II. Este Papa Alemán hace de su pertenencia los pasos, las ideas y los planteamientos del Papa Polaco, incluso peregrina en su patria para perpetuar el legado de un hombre con su pueblo: "Permaneced fieles en la fe".
El encuentro de dos amigos como éstos se dio en esta vida y nosotros hemos sido testigos de ello. Sabemos que a la posteridad Dios volverá a reunirlos en la Vida Eterna, que de Él proviene. Pidamos a Nuestro Padre ser también testigos de ese encuentro en la plenitud de la Gracia.

2 comentarios:

  1. Excelente recomendación.

    Aprovecho para felicitarte por tu cumpleaños, aunque sea un día después. Te mando un fuerte abrazo.

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  2. Rober:

    Gracias por tus palabras y tu felicitación.

    Saludos

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Lo mío ya fue, ¿tú qué dices?