miércoles, julio 2

8 años después...


Recuerdo que hoy hace años la emoción se desbordó, el anhelo de algo mejor inició a tomar fuerza (aún no se concreta del todo), y millones salimos a las calles con la esperanza de que pudieramos tener un panorama mejor y más alentador. La realidad social exigía un cambio de color, y no porque menospreciemos el verde, blanco y rojo de nuestra bandera sino porque queríamos desligar esas admiradas tonalidades a la corrupción más funesta que llevó a más de 70 años de ladrones y bandidos.
El cambio muchos lo consideran negativo por los errores en la administración de Fox. Yo considero que su triunfo fue el logro de la que debimos entender como su única promesa: "sacar al PRI de los Pinos".
Lo cierto es que la esperanza fue utilizada como objeto de venta; la confianza de los mexicanos que por él votaron fue traicionada en más de un sentido y la ineficacia se convirtió en un sello distintivo. En un clima como el descrito brevemente Jorge Volpi sentenció, a mi parecer con toda la razón del mundo:
Cambiamos de partido en el poder, no de maneras: sin darse cuenta, los nuevos
funcionarios se obstinan en ser desoladoramente priistas.
La administración se desdibujó, el liderazgo se diluyó. Por un lado esto me parecio bueno, era momento de que los mexicanos dejaramos de pensar en caudillos (Fox, tal vez, tuvo su mayor pecado en querer seguir siendo, a su manera y sentido, un caudillo más en la historia nacional), era momento de ver que tan consolidadas estaban nuestras afamadas instituciones (hoy sabemos que no tanto). De alguna manera Porfirio Díaz, desde su tumba en Francia, parece decirnos "Se los dije, los mexicanos no están listos para la democracia". Fox es una figura que nos recuerda y por mucho a Francisco I. Madero, la ventaja es que no hemos tenido un Victoriano Huerta (aunque el peje se esmere en llegarle a los talones).
Sin embargo la ausencia de capitán en el barco fue notoria en la recta final del sexenio del cambio. Nuevamente se comprueba que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. Y es que la mayor virtud de Fox también, en forma paradójica, fue su mayor debilidad: ¡es un buen hombre!, y a veces los buenos hombres no coinciden con el esquema maquiavélico de la política, y menos de la política mexicana que tanto asco provoca a propios y a extraños.
8 años después el panorama sigue siendo incierto. Llevamos 2 años de otro gobierno panista, y creo que a este partido se le está acabando el tiempo para demostrar de qué cuero salen más correas. Se vislumbra, a mi pesar y con el dolor de saber que 8 años no serán la diferencia, el retorno de nuestra versión mexicana de Saurón.
¿Habrá por ahí algún hobbit que esté en disposición de hacerle frente no buscando el poder sino renunciando a él?; y cuando este hobbit dude ¿habrá un amigo leal que le apoye?.

1 comentario:

  1. Estimado Héctor:

    Entiendo en parte tu desilusión. Cambios históricos como el que se llevó a cabo hace ya 8 años nos hacen pensar que todo podrá cambiar de la noche a la mañana, y la historia demuestra que no siempre es así.

    En todo caso, yo sí creo que el sexenio de Vicente Fox, y el año y medio de Felipe Calderón, han sido años de muy importantes y positivos cambios.

    Que no se nos olvide la historia. No hace mucho tiempo que se sembraban muertos y drogas para destituir a un dirigente sindical petrolero. No hace mucho tiempo que errores personales acarreaban crisis económicas que destruían familias y empresas al por mayor. No hace mucho tiempo que fortunas inauditas se fraguaban al amparo del poder. No hace mucho se llevaban a cabo crímenes de Estado de cardenales o candidatos presidenciales.

    Hoy tenemos separación de poderes, libertad de expresión, transparencia en la función pública, elecciones limpias... sí, sí, todo eso se puede perfeccionar, pero en parte se conquistó con la decisión democratizadora de Vicente Fox. Que no se nos olvide que no hace mucho, nada de eso era una realidad.

    Ciertamente Fox no fue un político demasiado hábil. Hubo aspectos en su conducta personal que pudieran parecer frívolos. Pero esos errores no tuvieron consecuencias negativas para millones de mexicanos. No fue como un López Portillo que de repente un día se levantó con la idea de expropiar la banca y lo hizo, generando la salida masiva de capitales y una de las peores crisis económicas de la historia de México.

    Seamos justos. Es mucho lo que se ha avanzado en estos 8 años, y no me cabe la menor duda de que así seguirá ocurriendo a pesar de los ánimos obstruccionistas de priistas y perredistas.

    Un abrazo,

    Fernadno.

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