
"De la sombra emergen nombres, hechos y acontecimientos se agolpan, personajes desconocidos y ya esculpidos fulminantemente por la eternidad aparecen y desaparecen en aquella sombra; uno se siente superado por muchas cosas, figuras, palabras, resplandores, murmullos de vida y de muerte, y se tiene la impresión de que no se comprende, no se entiende, no se logra desenredar el intrincado olvillo de esa oscura saga y que, por el contrario, uno termina enredado en esos hilos como en un capullo de gusano de seda, que uno termina engullido por el río de la vida.
Este desconcierto inicial, que poco a poco se va transformando en un irresistible enredijo y obsecación, es la rúbrica de los grandes libros, que no conceden nada, que no le allanan el camino al lector ni le facilitan ilusoriamente la comprensión, como lo hacen los sedativos libros mediocres o carentes de autenticidad, que inducen al lector a sentirse a gusto de inmediato y lo gratifican con la complaciente y presuntuosa convicción de entender y dominar una historia, es decir, la vida.
No obstante, entrar en un gran libro es como entrar en el mundo, es decir, nos sentimos transtornados, perdidos, fuera de combate, ya sea por su estrépito o por su silencio, igualmente inexplicables...Pero aun cuando se viene al mundo --la primera vez al nacer, pero asimismo todas las otras veces en las que se entra en un nuevo mundo, en un nuevo amor, en un conflicto o en una nueva desesperación-- se tiene la impresión de no haber entendido nada y uno se pregunta en qué caos ha terminado".MAGRIS, Claudio., El tallo entre las piedras., Ed. Cal y Arena., Selección y Traducción de María Teresa Meneces., México., 2007., P. 135-136.
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