jueves, diciembre 11

477 años




Casi en vísperas, y entre tanto pendiente y complicaciones de los últimos días, no quise dejar pasar la oportunidad de agregar algunas letras a todas las palabras que se escribirán en estos días, a los cantos que romperán en el aire, a los clamores hechos murmullos, y al sonido claro de los pies humanos en su choque contra el pavimento.


No sólo es importante reparar en el hecho sociológico mismo de lo que Guadalupe significa; guste a quien le guste y a pesar de a quien no, es la Morena del Tepeyac un ícono de lo que México, como nación surgida del choque de dos civilizaciones, representa.


Del total de mexicanos que el INEG* determina que somos, la verdad es que casi un 95% puede asumirse como guadalupano. Incluso sin ser o considerarse católico. La presencia de Guadalupe es descomunal, no sólo en talleres, fábricas, escuelas, taxis, oficinas...sino, y sobre todo, en los corazones de quien a Ella nos encomendamos en no pocoas ocasiones y ante no sencillos conflictos.


Por otro lado, sí es necesario, a mi parecer, revalorar a Guadalupe desde la perspectiva religiosa pues los que nos decimos católicos debemos encontrar en el lienzo de Juan Diego no sólo una imagen que unifique y signifique, sino un camino cierto al encuentro de Aquél que también aparece dentro del vientre de su madre. La gran maravilla de la imagen que la Virgen dejó a su paso es su condición de espera del León de Judá. A Jesús por María, como solía enseñar piadosamente San Luis María de Montfort. La presencia de Guadalupe, descrita como Estrella de la Mañana, es milagrosa en sí misma por ser un medio poderoso para acercarnos a la Fe, por llevarnos, casi casi de la mano, a quién es El Camino, La Verdad y La Vida.


Así como en las bodas de Caná, la Madre del Amor Hermoso nos presenta a su Hijo y nos encomienda a Él pidiéndole nos auxilie en momentos de necesidad.


Hablando de ello agrego que en momentos de necesidad México ha volteado a ver a su Reina en no pocas ocasiones, y hoy más que nunca, ante los sufrimientos y desvelos, angustias y preocupaciones que muchos connacionales experimentamos y vivimos, en un clima violento e incruento como el de nuestros días, no está por demás clamar por su intercesión, pedir su auxilio y refugiarnos en su consuelo.


Me encomiendo a ella usando la oración de S.S. Juan Pablo II


Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.


Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.

Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver e El, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma. Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos,


Amén.



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* El tradicional INEGI, ha quitado la "I" de su nombre, atribuíble a "Informatica" hace algunos meses según la reforma de ley, y según las notas de prensa de diversos diarios.

jueves, diciembre 4

Deseando que mis letras lleguen hasta el cielo


Recuerdo con alegría mi vida alrededor de la tuya, recuerdo con profundo afecto cada uno de los momentos en que me prodigaste esperanza y confianza sin límites. Vives en mí de tantas maneras, y procuro ser conciente de ello a cada paso; no quiero ser soberbio y decir que tu vida tuvo sentido gracias a mi, al contrario afirmo que si mi vida es hoy lo que es, y camina por el rumbo en que se encuentra, en mucho, y por mucho, se debe a tu afecto, a tu constancia y a la oración que siempre tuviste en tus labios al pensar en mí.


Tal como te lo dije, cuando a la distancia me despedí pues la vida no me permitió estar contigo en tu partida, los que en ti encontramos el rostro alegre y amable de Dios, debemos simple y sencillamente agradecer tu presencia, pero con un agradecimiento profundo de esos que arrebatan, de esos que conmueven, de esos que hacen plena la vida pues la dotan de significado.


Aún, paradójicamente con la fe que me alienta, me duele tu partida; y confío en tu lugar de destino. Pero la verdad es que por mucho se te extraña. Ruego a Dios por ti, y te pido a ti, nuevamente, que ruegues delante de Él por mí.


Querida Nona, ¡Gracias!