miércoles, septiembre 24

Un día de mayo




Conocí a Pérez Reverte, en prosa, hace ya algún tiempo. Según recuerdo, papá le vio en una entrevista televisiva con German Dehesa. A partir de ahí me buscó algún libro del escritor que, por lo menos a través del aparato, le había convencido; con su tradicional ahínco se propuso ponerlo entre mis manos. Lo logró al poco tiempo y encontró para mí uno por demás especial "El capitán Alatriste". Desde entonces me he mantenido al pendiente de lo publicado por este autor.


En modo alguno soy conocedor consumado o docto en su obra. Me agrada, y por ello la frecuento, la pasión y compromiso que demuestra al encarar la construcción de una novela. Al escribir sobre un tema, siempre atrayente para el lector medio de estos tiempos, suele poner ante los ojos ávidos de sus letras un mundo repleto de posibilidades, un espacio diverso y conformado por múltiples elementos.


"El club dumas", "La carta esférica", "Patente de corso", la saga de Alatriste, entre otras menos conocidos como "El Husar", las novelas de Pérez Reverte viven frescas en mi memoria como pinturas de un museo que nunca cierra sus puertas, y que entonces permite al visitante admirar y reconocer lo que cada cuadro presenta en forma paradójicamente concreta pero infinita.


No escribe el autor, según el mismo lo afirma, libros de historia. Sin embargo toda novela, ubicada e influenciada por un contexto particular, en mayor o menor medida, siempre aporta a quien la lee algo novedoso respecto un suceso específico. A través de la prosa de este español he comprendido mejor diferentes sucesos, a lo mejor no ocurridos en forma exacta como por él presentados, con una facilitad inusitada. Ningún profesor de letras supo presentarme a Quevedo como la ha hecho la saga de Alatriste; ningún historiador me ha convencido de la decadencia en la grandeza del imperio español, que tanta influencia tiene para mi patria, como las novelas donde Pérez Reverte ubica a sus personajes dando la vida o muerte por el ideal nacional y de la religión.


Como preludio importante de la independencia de México, a mi entender, los sucesos del mayo madrileño de 1808 eran para mí desconocidos. Nunca antes de la lectura de "Un día de cólera" había escuchado de este día asombroso en el que los habitantes de la ciudad se insurrreccionan ante el invasor francés, sin motivar plenamente a un ejercito sumido en sí mismo que acaba por abandonarles a su escasa suerte.


La modalidad de presentar la historia del día de mayo desde una óptica múltiple, desde muchos de los involucrados y desde los caídos en la acera con el grito de "España" en la garganta, puede llegar a ser una técnica sumamente conmovedora. El Madrid de aquél tiempo se vuelca ante el lector y, en medio del caos, la valentía y la sangre, permite comprenderlo como la unión de considerables ideales humanos defendidos desde la impotencia y el martirio, no el simple deseo de "vender cara la derrota". La escena que habrá de proyectarse en ese museo de puertas inclausurables será por mucho la presencia del anciano Goya que constata, una vez más ahora desde el balcón que mira a la tragedia, que los sueños de la razón engendran monstruos.


La defensa de lo que representaba aquél imperio, encarnado en Fernando VII, hará eco dos años después en la voz de Hidalgo llamando al pueblo a la revuelta. Curiosa vuelta de tuerca. El ansía de libertad que cunde por Madrid en 1808 encuentra resonancia también en una turba más valiente que organizada de este lado del mar.


Cierro estas ideas con la percepción que el autor hace sobre lo que, detrás de su balcón, observa el creador de "El sí de las niñas", Leandro Fernández de Moratín, al encontrarse con el ánimo que inunda Madrid en un día de mayo:


Su talante de hombre culto, viajado, cortés y prudente, se acobarda ante los excesos que recela, pues los conoce, del pueblo sin freno: la calumnia hace dudosa la más firme reputación, la crueldad adopta la máscara de la virtud, la venganza usurpa la balanza de la justicia, y la celebridad situada en el lugar equívoco, acarrea, a menudo consecuencias funestas


Para a quien este día de mayo interese:


Pérez Reverte, Arturo., Un día de cólera., Ed. Alfaguara., México., 2008., 401 p. ISBN: 978-970-58-0269-0.






1 comentario:

  1. Me parece excelente la recomendación, el autor sin duda es de mis novelistas favoritos, no sólo por lo interesante de los temas que trata en cada uno de sus libros, sino por la preparación que tiene para escribirlos; nunca suelta información que no pueda tener argumentos para sustentarla, sus historias son una cadena de datos que acaban trazando un panorama muy claro.

    Ya han sido varias las novelas que he podido leer de él, ahora con tu recomendación espero sumar ésta a la lista.

    Saludos

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Lo mío ya fue, ¿tú qué dices?