La educación
implica esperanza y la esperanza a su vez requiere una gran disposición del ánimo
y del interés personal. En esta época nuestra, donde el tesoro del saber humano
está más a nuestro alcance que en épocas precedentes, parece
que hay poco interés a conocer y descubrir el significado de la realidad que
nos envuelve. El mosco de la curiosidad no ha podido picarnos, parece que tanto
estimulo le ha sentado mal a la digestión.
Muchos han dicho
que el problema ya no radica en el hecho de conocer sino en la selección
ordenada y útil de lo mucho que podemos comprender.
Requerimos
trabajar en nuestra habilidad de traducir un estímulo y encontrar significados
precisos,; debemos insistir en la apropiación, en hacer nuestro el
conocimiento, disfrutar del hecho mismo de conocer algo sin saciarnos
completamente. Siempre debemos guardar el apetito para aquello que nos espera
detrás de cada página. Nuestro ánimo debe movernos, nuestra capacidad de
aprendizaje debe ser sacudida, debe dejarse despertar.
No hablo de
futilidades, como la ensoñación aquella del "despertar de la
conciencia"; hablo del apetito intelectual, de la gana de conocer y
transformarmos mediante la información y la formación en la mejor versión
posible de nosotros mismos.
Para mí este
proceso inició con la lectura, hace ya varios años del "Nuevo Arte de
Pensar" de Jean Guitton; prestigiado filósofo francés que pone sobre la
mesa la necesidad de sacar partido del asombro, de la fascinación por sabernos
parte del mundo, de un mundo nuestro pero en el que, curiosamente, también
resultamos ciertamente extraños.
Hoy, por las
actividades que realizo, el orden que deseo es imprimir a mi esperanza es la continuidad de mi educación como cultivo de la reflexión y de la vida en mi espíritu
de aquellos mensajes importantes y trascendentes, aquello que no puede dejarse
pasar. Con este ánimo me he vuelto a acercar al recuerdo de este texto (pues cometí el error,
garrafal, de prestarlo -era joven en aquellos dias y pensaba que se me
devolveria- ¡oh, complicaciones!) en una nueva lectura de un trabajo
complementario al primer texto de Guitton: "El trabajo intelectual".
Creo que es
necesario también, aunque ya lo he mencionado en el blog, agradecer la lectura,
en estos momentos críticos de mi desempeño en diversos temas, de Sertillanges.
No cabe duda que los buenos escritores a veces encuentran excelentes editores
que son capaces de reunirlos.
Me gustará
platicarles, en las proximas entregas, de estos dos textos que hoy por hoy
considero lecturas de fondo, de esas que apoyan tu formación en cuanto
profesionista y que te ayudan brindándote orden en el caos de la producción escrita de aquellas ideas que te apasionan.
P.D. Sigo
anclado en Bratislava y he quemado otro cartucho de tinta de pluma, esperamos
vengan más.
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