viernes, agosto 19

Un mejor viaje

Morelia por la mañana, camino al centro

He visitado Morelia en varias ocasiones. En la mayoría de mis visitas varias penurias envolvieron mi estancia, siempre laboralmente pueden contarse las jornadas y de manera turística en cortos tiempos libres. Recuerdo aún la maravilla del descubrimiento de una ciudad colonial y un centro histórico pletórico, inundado de cantera color rosada que contrastaba, y aún lo hace, con los rayos del sol cuando éste sale o se esconde. En mi primer viaje decidí pasar ahí futuras vacaciones; han pasado más de cuatro años y sigue aquél ensueño en una buena intención. En parte por desidia, pero en parte también porque las cosas para Morelia no reflejan el color de la cantera.

Quienes habitan la capital de Michoacán, al igual que en muchos otros municipios del Estado sino es que en la mayoría, proyectan la dificultad de vivir en estos tiempos convulsos. En ocasiones, me imagino que la tensión que envuelve la vida de éstas personas se asemeja a la niebla espesa que puede cortarse con cuchillo. Hoy experimenté apenas unos instantes de su cotidianeidad y deseo sinceramente que muy pronto el orden y la paz regresen a este lugar. Al caminar por las calles más bonitas de Morelia decidí tomar algunas fotos, tenía lista la toma para las torres de catedral pero el ángulo elegido se vio coptado por tropas de PFP´s. Más de 15 unidades repletas de armas preparadas ante la amenaza indetectable para los “civiles”; pude ver como todos al paso del convoy se detenían por lo menos unos segundos, yo mismo disminuí la velocidad de mis pasos; instantes en silencio, sopesando el riesgo, calculando el peligro, esperando con el oído afinado y el ojo escudriñador del horizonte…1, 2, 3, 4, 5…nada sucedió, las camionetas con sus sirenas se fueron a inundar de angustia otra zona de la ciudad. Todos volvimos del letargo en que parece caímos y continuamos hacia el destino que nos esperaba.

Tenía que ir al centro por trámites, mientras el equipo continuaba con la capacitación. ¡No pude resistirme! Entré en la catedral para dirigir una oración por la JMJ y me encontré con la misa que terminaba. Llegué justo en el instante mismo de la Consagración, lo experimenté como una gracia especial y como una tranquilidad en medio de la incertidumbre de los minutos previos. Una alegría me comunicó la “coincidencia” de mi presencia en el recinto.

“Ite missa est” y me dediqué a recorrer brevemente la sede episcopal. A lo lejos, lo ví, con los ojos claros y la sonrisa serena; con la indumentaria en rosa, como la cantera; ¡me encontré un cuadro de Don Rafael!, aquél insigne michoacano por nacimiento, Veracruzano por vocación y dirigí a él mis pasos encomendándome a su intercesión. Me llenó de gusto encontrarle en el estado que le vió nacer, y espero un día poder ir en peregrinación a Cotija y a Zamora, donde transcurrió su infancia y nació, afianzándose para la eternidad y para Gloria de Dios, su vocación sacerdotal. Siempre he pensado que recorrer los mismos trechos de la historia nos permite dimensionarla mejor, y en este caso no es sólo historia, sino Historia de Salvación. Como decía la frase de Julio en este blog “por donde los santos pasan, se va quedando Dios”.

Sin duda, con este viaje, y después de mucho tiempo, me llevo un recuerdo especial de Morelia y de Michoacán; un momento especial, además del trabajo bien hecho, van conmigo ahora en el regreso a casa. Es como el buen sabor que permanece después de aquél platillo que tanto nos gusta. 

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