miércoles, agosto 17

Juventud como conversión

A la par del inicio de la Jornada Mundial de la Juventud, me ha tocado presenciar en forma virtual, mediante redes sociales, la juventud que florece en personas que me ha tocado conocer desde pequeñas...no son muchas, principalmente hijas e hijos de buenos amigos y conocidos; con alegría me percato de que no sólo la Juventud florece ahora dentro de los confines de Madrid, sino que lo hace en cada una de las personas en que, como etapa esplendorosa, se encarna; sin embargo, reconozco que por estos días en España se vive una fiesta de la que me hubiera gustado participar en mi propia adolescencia...

Ver que, quienes van creciendo, van abriendo su ser humano a la vida, con las posibilidades que por momentos pueden aparecer como ilimitadas, es un milagro. Es la prueba de que existe aún un dejo de humanidad  en las generaciones que estarán presentes después de nosotros...en esa huella encontramos una genuina búsqueda de lo bueno, lo perfecto, lo mejor. Como dicen, a veces este mal de la juventud se cura con el tiempo; es pues un "defecto" pasajero. Pero mientras dura la esperanza, en no pocos casos, es potente vitamina. La clave de la madurez es como seguir deleitándonos ante las posibilidades que la vida ofrece, es continuar siendo jóvenes aunque vayamos decayendo. 

Tal vez, a la par de la juventud, la conversión que el ser humano hace hacia a Dios, no sólo en un momento, sino en diversos instantes de la vida, pueda compararse al encuentro con la alegría. Recuerdo con agrado a C.S. Lewis, y me convenzo de que juventud es conversión y conversión es renovar la juventud a cada momento. 

No puedo, al evocar la palabra "conversión", relacionándola con Juventud, omitir el recuerdo del texto "Dios Existe y yo me lo encontré" de André Frossard.

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