Alguien me dijo alguna vez que la
historia no es otra cosa mas que la repetición de un ciclo. Que no existe error
que no se haya cometido antes y que los seres humanos, estamos
"destinados" a repetir falacias mientras pisemos la tierra.
Doy un sorbo al café. Pienso
sinceramente que ante ideas como las enunciadas, orientadas en y por la
desesperanza, vale la pena mantener una postura mesurada. Pues si nos
dejamos llevar por ellas daríamos entrada a la tentación recurrente de
"quemar las naves". Expresión que no puedo entender más que como el
hecho mismo de sumirnos en la comodidad de la renuncia a la posibilidad de la
renovación de cada hombre y de cada sociedad.
Creo, inclusive fervientemente, por otra
parte que de lo vivido puede aprenderse y que de dicha reflexión, materia prima de
todo conocimiento, pueden surgir no sólo planteamientos innovadores sino
acciones concretas que al materializarse pueden hacer la diferencia. Nuevos paradigmas que rompan los anteriores y que no estén dispuestos a instaurarse como estados rebosantes de perfección.
Entre lo que me dijo alguien y lo que
creo al respecto me ha encontrado con "La inteligencia fracasada" de
José Antonio Marina, a quién he traido a colación en la entrega pasada de este
blog y del que ahora me ocuparé con la finalidad de que quien lea esta entrada
se interese por el autor y por esta obra especifica.
En términos generales me ha parecido un
texto no sólo original sino un poderoso detonante para una nueva manera de
comprender la añeja idea equivocada por la cual pensamos que nuestra
inteligencia es el único apoyo para la empresa de ser hombres. Endiosar la
razon por sí misma, absolutizando la inteligencia humana, aunque ha sido una
tentación histórica, hoy en día supone un riesgo mayor riesgo del que podía
tener algunos siglos atrás. Me parece eminentemente cierta y devastadora
aquella frase del pintor español "El sueño de la razon produce
monstruos"; pensemos en el siglo XX y su sanguinario ascenso vertiginoso
que nos ha parido esta época en la que vivimos. La razón es, la mayoría de las
veces, el fundamento de la incivilización más prominente cuando se le arranca
de un contexto humano integral.
Mediante la esquematización y la
explicación detallada, el autor va introduciendo la reflexión respecto las
"derrotas de la inteligencia" mismas que me permito enumerar aquí de
la misma manera en que se presentan en la contraportada (que en sí misma, por
cierto, debería ser analizada como un gran compendio del núcleo de la obra):
El fanatismo, en desamor. la incomprensión de las parejas, las múltiples adicciones, la injusticia, la rutina, los pantanos de la Sumisión y del miedo, los heroísmos criminales, la ferocidad glorificada.
Estas derrotas son analizadas desde la lógica
de un órden capitular que el autor propone y que me parece conveniente
destacar: fracasos cognitivos, fracasos
afectivos, lenguajes fracasados y fracasos de la voluntad. Considero que
ninguno es un desperdicio de tiempo y que puede contribuir a entender las raíces
de aquella idea de abandonarnos a nuestra mediocridad quemando las naves y
negando posibilidad de retorno a grandes ideales, a las utopías transformadoras
que, como decia Magris, deben tener por complemento una cierta dosis de
desencanto.
Con la finalidad de concentrar la atención
en esta obra, a manera de breve compendio, me permito postular 10 ideas claves
que me han parecido verdaderamente geniales:
La cauda del fracaso de la inteligencia es la intervención de un módulo inadecuado, que ha adquirido una inmerecida preeminencia por un fallo de la inteligencia ejecutiva.
Los pensamientos o actividades que son en sí inteligentes, pueden resultar estúpidos si el marco en que se mueven es estúpido.
La inteligencia fracasa cuando se equivoca en la elección del marco. El marco de superior jerarquía para el individuo es su felicidad. Es un fracaso de la inteligencia aquello que le aparte o le impida conseguir felicidad.
El uso racional de la inteligencia busca evidencias universales, que se puedan compartir. En cambio, el uso irracional de la inteligencia se encierra en su mundo privado.
[…] La verdadera inteligencia, la que termina en conducta, es una mezcla de conocimiento y afecto. Uno tiene que ver con datos y otro con valores. Vivimos entre ambas cosas inevitablemente.
El lenguaje fracasa cuando, siendo un medio de entendimiento, lleva a la incomprensión. La dinámica se hace estúpida porque se vuelve rígida, mecaniza los sistemas de utilización, expresión e interpretación lingüística.
[…] Los fracasos de la voluntad proceden siempre de una toma indebida de poder. Módulos cognositivos o afectivos, rutinas conductuales, se imponen a un yo ejecutivo que carece, por una parte, de la suficiente energía y, por otra, de la suficiente energía y, por otra, de la flexibilidad adecuada, siendo a veces demasiado rígido y a veces demasiado laxo. A esto me refería al decir que la calidad de la voluntad depende de la calidad de la inteligencia.
El entendimiento con los demás, la posibilidad de la convivencia, el ajuste a la realidad, exigen un pensamiento objetivo. Sólo se pueden mantener unas relaciones amorosas satisfactorias poniendo en juego una inteligencia compartida, es decir, un uso interactivo del pensar, del sentir, del hablar.
Triunfa, pues, la idea de que la felicidad es embrutecedora y el mal es creador. Este sistema cuenta con colaboradores distinguidos. Heidegger defendió que sólo la angustia permite revelar la verdadera realidad. Sartre añadió que eran el aburrimiento y la náusea los que nos descubrían la verdadera índole del Ser. Un Ser, por supuesto, declarado en ruina, como afirmó gozosamente Vattimo. […] ¿Y si imagináramos a un Nietzsche feliz?
Debemos anhelar el triunfo de la inteligencia, porque de ello depende nuestra felicidad privada y pública. En aquellos asuntos que nos afectan a todos, la inteligencia comunitaria es el último marco de evaluación. Abre el campo de juego donde podremos desplegar nuestra inteligencia personal. Colaborará a nuestro bienestar y a la ampliación de nuestras posibilidades. La justicia –la bondad inteligente y poco sensiblera –aparece inequívocamente como la gran creación de la inteligencia. La maldad es el definitivo fracaso.
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Para conocer más respecto la obra y el autor comparto algunas referencias importantes.
Para conocer más respecto la obra y el autor comparto algunas referencias importantes.
MARINA, José Antonio., La Inteligencia Fracasada. Teoría y práctica de la estupidez., 14a. Edición., Ed. Anagrama., Barcelona, España., 2004., p. 174
ISBN: 978-84-339-6217-1. Puede consultarse la referencia de la editorial sobre el libro aquí.
José Antonio Marina comanda la estrategia "Aprender a Pensar" que puede conocerse aquí.
Y este es el blog del autor en la estrategia "Aprender a Pensar"
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