miércoles, septiembre 8

El futuro como problema

Foto obtenida en: http://hunna.org/wp-content/uploads/2010/08/futuro.jpg
Tendemos siempre a preocuparnos más por lo vendrá que por lo que ahora tenemos entre manos. No sé desde cuando la humanidad funcione con este patrón, creo que incluso es un mecanismo de defensa aún no descubierto por la psicologizante idea de que todo tiene que ver con la terapia. No lo sabré nunca. 

Los mexicanos hemos acuñado una frase que retrata nuestra incongruencia: "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". La cosa es que a nadie le gusta el hoy, y todos son partidarios del mañana. Esta situación, bastante humana por cierto, se nos presenta sobre todo en la política mexicana, esa especie de laboratorio social donde pueden estudiarse las bacterias y subsistemas más exquisitos por su complejidad y su tendencia antropomorfa y antropófaga constante. Un biólogo, de seguro, puede llegar al orgasmo pensando en un microscopio capaz de contar con  una lente que le permita ver, estudiar, y analizar tal mini-realidad.

Pongamos un ejemplo fabulesco. Tenemos un líder político de cierto pelo, imagínalo lector, lectora querida,  del color y estatura que gustes. Un buen día consigue algún hueso y no ha terminado de roerlo cuando codiciosamente está pensando en el siguiente, de tal forma que desperdicia lo que aún tiene entre manos y al que pudo aún sacarle más "carnita", ese alimento va directo a la basura, se pierde, se derrocha. Al recibir el hueso de sus anhelos, apenas en las segunda lamida, se encuentra con lo que él realmente desea es ese otro hueso que tiene el político que tanto aborrece, y que se sitúa en la banqueta de enfrente. Surge un pensamiento entonces:  "¡yo también puedo tenerlo, es más yo merezco tenerlo!". Acto seguido, deja sobre la acera el segundo hueso alcanzado y se lanza en la búsqueda del siguiente. Cadena sin fin de desgracias, injusticias y a fin de cuentas "vanidad de vanidades".

Ejemplo real. Presidente municipal que es candidato a diputado local, luego diputado federal, luego candidato a gobernador, que como no alcanza es senador, y nuevamente recarga las pilas pa ser gobernador, esperando de por medio un puesto en gabinete, y por qué no pensar en "la grande". Este bonito personaje viene en todos los colores y presentaciones, los empaques cambian, pero también luego los empaques pueden fusionarse, o el muñeco nomás por que se le hinchan cambia de aparador.  Este brinco, si es letrado el individuo, es como decirse a sí mismo: "total, el único que es aborrecible por cambiar de partido como de calzones es Santa Anna en este país, y entre él y yo hay un universo de distancia" (Aquí, en un mundo ideal,  debería sonar una chicharra de concurso televisivo y el locutor decirle a grito pelado en la oreja donde más escuche: "FALSO, son igualitos"). A fin de cuentas quien se promociona a sí mismo por encima de la patria no es más que un vulgar santanilla con ganas de trascendencia. Avísenle, si conocen a alguno, que siempre la trascedencia será cuestionable.

Toda esta diatriba viene a cuento por el informe del encopetado hace algunos días. Seguramente, este día, pasará a la lista de festividades como el "día nacional de la caballera apelmazada". En dicha jornada, y las que le han seguido, sólo se ha hablado del futuro y se ha despreciado el presente. Los políticos, los representantes de la opinocracia, los medios electrónicos e impresos y sus urracas, no pocos empresarios prominentes, y muchas de esas así llamadas "figuras públicas" han orientado sus siempre sabias e interesantes reflexiones al 2012. Todo es ya 2012, y eso es igual de patético que descubrir productos de navidad en pleno septiembre. Quienes asumen que el único problema es el futuro literalmente escupen sobre lo que le resta al año y a quienes esperamos algo de los meses aún por venir; nos escupen directamente a la cara a quienes tratamos de construir el día a día con no pocos esfuerzos y sacrificios. Por hacer cábalas y suposiciones de cosas que bien pueden ni suceder se pierde el foco que alumbra los pasos de cada día. Por tratar de hacer lo de mañana se condena lo que se hace hoy. Como recuerdo la alegoría del pan que a la puerta del horno se nos quema, como dice Vallejo en los Heraldos Negros que nos manda la muerte.

Todo político mexicano dedicado a servirse de México es de suyo un heraldo negro, de esos que avisan calamidades. Pienso como Platón que la república debería ser dirigida por seres pensantes y no por individuos viscerales de relamidas cabelleras y mañas envueltas en finos modales.

¿Algún día este país se levantará o seguiremos de rodillas, como hemos estado desde el momento en que nacimos, por el capricho de algunos pocos? Señoras y señores, realmente la vida no es justa. Hagamos algo para que pueda mejorar, pero hagámoslo hoy y no mañana.

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