
No soy miembro, ni siquiera me considero un simpatizante. Sin embargo, muchos de mis más queridos amigos y amigas lo son. Para ellos, estas palabras.
En muchas ocasiones hemos tenido intensas pláticas sobre el tema, no siempre hemos llegado a acuerdos. Sin embargo siempre he sido un defensor de la pasión y del amor con el que ustedes hablan del movimiento y de su fundador.
En estos momentos, ante la situación difícil y dolorosa que pueden estar atravesando, quiero solidarizarme con cada uno y ofrecer mis oraciones e intenciones por aquellas personas de buen corazón, como ustedes, que encuentran en este movimiento de la Iglesia un rumbo y sentido para sus vidas.
Desde algún lugar de México, y para todos ustedes un gran abrazo y todo mi cariño.
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Lo mío ya fue, ¿tú qué dices?