miércoles, abril 16

Diario de Lectura


Leí hace ya algunos años algunos de los pequeños grandes textos de Espacios para la Lectura, una colección especial del Fondo de Cultura Económica. En diversos autores y propuestas encontré un mundo de detalles y consideraciones que nunca hubiera podido reflexionar enteramente por mí mismo; considero, sin duda, el encuentro con estos autores, y con este trabajo editorial de colección, como una de las mejores inversiones de mi vida. Aún hoy sigo cosechando las reflexiones que se plantaron en mi interior y que apenas van dando fruto. Para muestra un botón. 

Algunos extractos de "El Ambiente de la Lectura" de Aidan, Chambers (sobre el autor podrá el lector consultar algunas de las entradas pasadas en este espacio: "Lecturas", "Dime. Un enfoque necesario para México"):

Olvidar es parte de leer; recordar lo que hemos olvidado es uno de sus placeres. Podemos olvidar incidentes o personajes o cómo va la historia. Y pocos recordamos todos los libros que hemos leído. Por ello, releemos los que más hemos disfrutado. Al releer recuperamos lo que disfrutamos por primera vez y descubrimos detalles que no habíamos notado antes y que nos permiten un entendimiento profundo, una visión distinta del libro. 
Si leer no afecta nuestras vidas, no nos cambia o influye en nuestro comportamiento, entonces no es más que una pasatiempo que difícilmente vale toda la atención que le dedicamos. Pero si la lectura afecta nuestra vida emocional, intelectual, éticamente -y en otras mil formas--,  como creo que lo hace, entonces sí importa que libros ponemos en nuestra cabeza. Y si es importante lo que ponemos en nuestra cabeza, entonces vale la pena recordar que libros fueron. 
Cuando lo leí recordé aquella máxima de Borges, que ahora parafraseo, "uno no es grande por lo que escribe sino por lo que lee". ¿Qué leo y cómo soy cuándo leo? ha sido una de las preguntas más hondas sobre mí mismo, y para ello inicié hace algún tiempo un orden en las lecturas que me presento como reto en cada ocasión de terminar un texto. Este blog es reflejo incluso de ese movimiento personal de tratar de dejar constancia de quien fuí y de lo que pensé cuando me encontré con un autor, un concepto, una idea. 

Llevo ya algún tiempo con mi diario de lectura a sugerencia de Chambers, por lo menos he tomado nota puntual de los textos que he estado leyendo, más allá del ejercicio del libro del mes que he pretendido delinear en Plan de Lectura 2014. Pero ayer encontré algo, que si bien pudiera considerarse un lujo, da mucho más orden a mis intensiones de registro y de acompañamiento. Me parece que la importancia de un formato es necesaria al hecho mismo de registrar algo de lo que se desea dejar constancia, sin embargo creo que no lo había pensado claramente. Porque cuando leo me parece que afino lo que soy, considero que puedo heredar a otros,  en particular a los míos sobre todos, la experiencia de mi viaje literario; este viaje especial que ha acompañado mi vida y que me ha permitido conocerme.


Como usuario/cliente he tenido mis encuentros y desencuentros con Moleskine, pero la conformación de estos diarios de lectura han sido probablemente una de sus más grandes genialidades y creo que es un producto que cumple con aquello de satisfacer una necesidad y no inventarla. No sucede así con todos sus productos.  Habemos muchos que deseamos registrar y ellos apoyan el cómo hacerlo con una idea sencilla. No tengo afanes comerciales con estas ideas, únicamente compartir y dejar constancia que he encontrado un medio para continuar mi pasión y darle un marco más adecuado. 



En cuanto complete el primer cuaderno en esta modalidad, les compartiré por aquí la experiencia de registro. La pasión está, el medio ha llegado; ahora el reto es personal: ¡se llama constancia! 

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