Gratamente sorprendidos

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No ha pasado mucho tiempo pero la sorpresa sigue con nosotros y se profundiza cada vez más, acercándonos al Misterio que estos días encierran y significan. Nadie esperaba este resultado del Cónclave, estoy seguro que ni siquiera el Cardenal Bergoglio. El Espíritu Santo, como bien han dicho, no frecuenta las quinielas, ni las listas de "Papables", ni las inspiraciones privadas pero hechas públicas por interés mercantil de las y los vaticanólogos, improvisados o profesionistas. De dicha especie, se reporta ya, un fuerte incremento de tipo pandémico que tenderá a desaparecer en los próximos días. Se rumora que aparecerán, y recargados, en futuros cónclaves. ¡Dios nos guarde!

Mientras las y los vaticanólogos vuelven a sus cuevas, expectantes por nuevas pseudonoticias de intrigas, politiquería curial supuesta y demás situaciones de corte Dan Brown, la vida en la Iglesia no sólo retoma su ritmo sino que se ve impregnada en cada gesto del nuevo Papa de una vitalidad que invita a la conversión. Ninguna otra institución humana es capaz de generar tal volumen de atención mediática, no sólo de creyentes sino también, y en buen número, no creyentes.  Guste o no, quien tenga dos dedos de frente no podría dejar de señalar que estos días que hemos concluido recientemente son de suyo atípicos, pues la agenda ha estado vertida en el seguimiento de lo que acontecía, y acontece, en el Vaticano. 

Nos hemos encontrado los fieles con una personalidad sencilla y contundente, ¡damos por ello gracias a Dios! pues este nuevo pontificado no podría entenderse sin los dos enormes predecesores; la homilía de hoy en la Sixtina con los cardenales electores, por ejemplo, resume en poco más de 7 minutos una clara indicación de lo que significa ser cristiano y ser católico, de lo que todos, desde nuestra pertenencia a la Iglesia y lo que esto debe significar en la vida cotidiana, en el ir y venir de cada jornada. En el crisol de las oportunidades y las dificultades no debemos olvidar que seguimos a Cristo, y a Cristo Crucificado. 

Inicia un nuevo pastor, con un impulso enorme a la Caridad, y hay que pensar que la Iglesia, a pesar de los múltiples problemas en los que se encuentra (en los que se ha encontrado siempre desde su fundación misma) ha tenido la gracia de recibir en los últimos 100 años a grandes pastores que han apacentado a las ovejas: ¡Papa Francisco, con el auxilio de la Virgen y la insipiración del Espíritu Santo, ha iniciado por la puerta grande su ministerio apostólico!. En lo personal el apego a la oración que nos ha transmitido este hombre venido del Sur en dos días me motiva a encauzar mi árida y escasa oración diaria, me invita a fortalecer la relación con Dios y mi vida sacramental. Ha iniciado su pontificado de rodillas, y así deberíamos todos iniciar cada jornada. Es por lo pronto un plan a realizar en la vida común y corriente, en la sencillez del ahora, en la exigencia de aprovechar al máximo el poco tiempo que se nos concede  para servir a quienes nos rodean reconociendo en ellos al Hijo de Dios. 

¡Viva el Papa!