lunes, marzo 5

Reencuentros

Creo que en muchas ocasiones los autores quienes encuentran gozo en los libros y lo comparten añaden con regularidad, a la descripción de su fascinación,  varios consejos y tips que los lectores aficionados como yo valoramos ampliamente. Creo que me encontré con un consejo así una vez y una década después, empiezo a hacer realidad el consejo; es ahora, es hasta estos días de marzo. 

Me parece recordar con claridad que esta genial recomendación la encontré en un pequeño texto de Pablo Soler Frost dedicado al Señor de los Anillos. En aquél breve compendio del significado de la obra de Tolkien en su vida, además de lanzar su defensa de imágenes personales creadas a lo largo del tiempo frente al desafío de una serie de películas monumentales que estaban por estrenarse sobre el texto,  Pablo Soler indicó que es sano reeler nuevamente las entregas de tan importante obra narrativa. Que el tenía por costumbre hacerlo con cierta frecuencia. La reelectura no ha sido inventada por él, ciertamente, pero nunca había pensado con claridad que es justo leer de nuevo tomos, también monumentales, para encontrar una fascinación mayor que la que nos pudo haber producido por primera vez. Dirán mis tres lectores ¡ha descubierto el hilo negro!, pues aunque no lo crean así es. Tengo a veces poco tiempo que me parece que reeleer de nuevo habrá de privarme de algo nuevo. Poca la vida lectora y además inicia la disminución de vista, ¡hay que darse prisa!. Pero es justo y necesario reconocer que también privarme de la reelectura habrá de mutilar de mi vida la posibilidad e nuevos matices, de otros ángulos, de nuevas imágenes, viajes y sueños. ¡Creo que es momento de desempolvar esas joyas que guardo en los libreros! 

Decidí iniciar por un libro en particular. He salido de nuevo al encuentro de El Silmarillion, pues hace poco la obra de Tolkien volvió a surgir en una plática con uno de mis hijos y sentí la necesidad de la reelectura, y con dicha necesidad empezaron de nuevo estos pensamientos que ahora materializo. Me tomó más de diez años regresar a este texto; mi ejemplar lo compré en 2002, justamente en marzo, y recuerdo haber terminado en una semana. Pero esta vez no quiero apresurarme, aunque el apasionamiento por y en la historia me atrape; quiero disfrutar como cuando uno regresa con la mente y con el corazón a esos lugares secretos de la infancia, maravillándose de cada cosa, situación, recuerdo, que sale al encuentro. Y es que más que un encuentro con un autor esta reelectura será un espejo, pues reeleer un libro es también reecontrarse con quienes fuimos nosotros hace tiempo. Así como se regresa a los libros y se encuentran nuevas aristas, así también uno se encuentra consigo mismo en tantas otras facetas. Literatura como espejo. Me gusta.