miércoles, junio 22

El olvido después de la gloria

Carta Abierta

A Don Antonio de Padua María Severiano López de Santa Anna y Pérez de Lebrón



General de División, Primer proclamador de la República, Benemerito de la Patria, Once veces presidente de México, Héroe inmortal de Cempoala, Héroe de Tampico, Su Alteza Serenísima, Triunfador en "El álamo"

Perdona si te digo Toño, y te habló coloquialmente, al fin y al cabo, paisanos somos. 

135 años han transcurrido desde que fuiste a morir, en la ancianidad y la locura, maltrecho y abandonado, en la casona de Bolívar 14. 

México ha cambiado, y mucho, pero quizá reconozcas en este país de hoy, que no es ni será nunca el tuyo, algunos rasgos de esa nación independiente que te tocó comandar en número que no alcanzo a representar con los dedos de mis manos. En primer lugar, estamos divididos como en aquél entonces; las finanzas y prosperidad no son lo nuestro; pero sobre todo, los partidos políticos y sus figurines en puestos y cámaras, nos hacen la vida imposible de vivir. ¡Ahhhh!, y como en tu época, vivimos una violencia que se arraiga en las entrañas. 


Te sorprendería saber con plenitud de causa, aunque lo sospechaste antes de morir, que eres el enemigo público número 1 de México; pues nadie como tú, según ha acordado la historia oficial, representa el lado oscuro de la mexicaneidad. Por ese rumbo, el de tu leyenda, recuerdo mis paseos infantiles por tu hacienda "El Encero" buscando al "alma negra de Santa Anna" (un cisne negro nombrado por los guías del museo de aquellos tiempos). En cada visita que he hecho, me he encontrado con el cisne negro, pero ciertamente, por aquello del relevo generacional, estoy seguro que ha habido muchos ejemplares que han sido dados a representar tu perversidad; quien lo dijera, los que cuentan tu historia, y recorren la que fue tu casa, son igual de taimados que tú. 

Siempre tu biografía ha sido interesante para mí, xalapeño orgulloso como soy, he encontrado en tu historia, contada por varias plumas, la mejor comprensión de los años posteriores a la independencia y me ha asombrado tu capacidad, más no virtud, de estar siempre disponible para ese momento, ese momento de desesperación, en donde la Patria te mandaba llamar a tu hacienda para que, desde el corazón del territorio veracruzano, vinieras "salvador" a la capital a "enderazar la nave"...si bien es cierto que en bastantes tropelías te viste envuelto, también es imposible negar que los grupos políticos, liberales y conservadores, te necesitaban y se acercaban a ti como a ellos convenía; después, cosa juzgada, se estableció que tú fuiste el de las idas y vueltas. Yo creo que, como en cualquier historia de pareja, pues lo tuyo y México se parece un poco a eso, ambos tienen cierta responsabilidad.  Ambos construyen su relación, y tú y la Patria de por aquél entonces tuvieron sus momentos de felicidad, de arrebato, de pasión, de duelo y de rechazo. Recuerdo la novela de Serna y el mote que te endilgó Justo Sierra, adecuado por Krauze, "el seductor de la Patria". 

Por cierto que, hablando de tus "romances" otra semejanza con tu tiempo se me viene a la mente. Hoy como ayer, los políticos con tal de obtener poder cambian de principios, de banderas, de colores, de esposas, de lo que sea que sirva y se ordene a sus fines. Los chapulines no sólo brincaban cuando los gringos pisaban Chapultepec, han seguido su danza y seguramente la continuarán hasta que tu nombre se pierda para siempre. 

Hoy escribo, únicamente, para recordar tu muerte y para contarte un secreto. Estoy completamente seguro que, aunque la clase "política" te rechace públicamente, en su vida íntima, deben tenerte en un altar. Para ellos, para los que quieren el poder a toda costa, tu biografía, por otros motivos diversos a los míos, debe parecer asombrosa. "¿Qué tenía este hombre para tener comiendo al país de su mano cada que lo deseaba?", de seguro se preguntan...en tu historia, en tus pasos, en tu vida, seguramente encuentran directrices...así como admirabas a Napoleón, te aseguro mi apreciado General, que hoy más de uno, en medio de este país que se derrumba, quisiera que le pudieras contar los secretos de tu gloria...pero yo les digo, a quienes en secreto sueñan con el poder por sí mismo, que habrán de acabar, y espero no te ofendas, seguramente como tú: ¡muriendo solo, odiado, traicionado!, pues en la gloria no se tiene el olvido y en el olvido lo único que no se borra de la memoria es aquella gloria perdida.

Descansa pues, y espero que un día, al igual que a otros "siniestros personajes de la historia oficial", podamos realmente valorarte según lo que fuiste: un hombre atado por tus pasiones e impulsado por tus virtudes. Aunque en esa lucha, hayas creado "escuela". 

A quien interese conocer a "Toño":


El dictador resplandeciente., Rafael F. Muñoz., 5a.ed.,Fondo de Cultura Económica., México., 2003., p. 277., ISBN: 968-16-6862-6


Santa Anna: Espectro de una sociedad., Agustín Yáñez., 3a. Ed., Fondo de Cultura Económica., México., 1993., p. 337., ISBN: 968-16-4220-1

El seductor de la patria., Enrique Serna., Ed. Joaquín Mortiz., México., 1999., p.520., ISBN: 968-27-0775-7


La película "Su Alteza Serenísima" de Cazals, retrata los últimos días del general en la casona de Bolívar 14, ampliamente recomendable si te interesa el personaje. Sobre la cinta dos reseñas:



Gustavo García en Letras Libres


El Mirón