A Bertha, quien desde la eternidad vive su vocación.
Por lo que hago y por lo que creo visitó escuelas secundarias de nuestro país, principalmente públicas, en diferentes latitudes y regiones. En casi 3 años de ofrecerles a las instituciones servicios gratuitos, buscando impactar positivamente a sus alumnos con un mensaje cimentado en valores universales, me ha tocado experimentar un sinfin de circunstancias.
Tengo de este recorrido anécdotas muy buenas, algunas sumamente alegres y otras de considerable movimiento a la reflexión. Hace apenas unos días, debí sumar a mi lista de experiencias una escena que no he podido quitarme de la mente.
Iniciábamos conferencia a las 10:40 de la mañana. Y digo "iniciábamos" porque no se dió la apertura del tema. Los profesores se encontraban en un desayuno que la dirección les ofreció a costa de dejar de hacer lo que supuestamente deben hacer para recibir una paga.
No había nadie frente a los grupos de alumnos que, dicho sea de paso, daban rienda suelta a su "hora libre" a lo largo y ancho del plantel. Y como siempre, se hizo la bolita, empezaron varias gresca; el gandalla, sabiéndo que el gato no está, procedió a hacer su festín y arremeter contra quien le parece más débil o fácil de humillar. Por otro lado, el fútbol era pretexto para que los varones direccionaran sus balonazos a cuyas compañeras deseaban agredir. Algunos de plano acostados en el suelo esperando, entre tanto griterío, poder pegar la pestaña otro ratito pues la arrancada de la cama aún se les notaba en el rostro. Nadie en los salones, todos en el patio.
El desayuno, seguramente un convivio muy interesante en el que se tomaron decisiones escolares de corte administrativo y pedagógico sumamente importantes y urgentes para la vida del plantel, se prolongó y retrasó nuestra actividad más de una hora y treinta minutos. Nuestro tiempo es flexible y no tuvimos más que aguantar el inconveniente del retraso. A fin de cuentas, pudimos dar la conferencia y cumplir con el objetivo de nuestra visita al plantel.
Pero éste evento, como en otras ocasiones, me sucitó una serie de preguntas:
¿cuánto es el tiempo que nuestros alumnos de secundaria pública en México dedican efectivamente al proceso de enseñanza-aprendizaje?
¿cuánto tiempo realmente hacen lo que supuestamente deben hacer al acudir a la "escuela"?
A estás preguntas, como por arte de la melancolía, se sumó el rencor del recuerdo de los lamentables resultados en las evaluaciones de la OCDE el año pasado; mezclándose, después, con las siempre presentes imágenes de vampiros magisteriales exigiendo más prestaciones, más aumentos, más de todo a costa de seguir dando lo mismo.
Sé que hay escuelas públicas de gran valor, he estado en ellas y me ha sorprendido la capacidad de acción, aún sin presupuesto oficial, de varios directores y maestros. Estos profesores de pocas escuelas hacen realidad el sueño de cualquier teórico educativo pues su compromiso es un motor de cambio en su comunidad, su labor facilita y hace posible el proceso de enseñanza y motivan al alumno a superarse constantemente. Pero como digo, son los menos.
Me convenzo cada vez más que "el profesor" es una especie en extinción ante la depredación del "maestro burócrata de pacotilla" que se ha dedicado a socavar sindicatos, a alterar estilos educativos, conformar planes irrealizables, ufanarse en peticiones, desgatarnos a todos la paciencia y poner al país en aprietos. Nos dan discursos todos los días de la importancia educativa, pero son discursos que no sirven, palabras que no viven, ejemplos impracticables. Y en esto desde el presidente hasta el comisionado del sindicado por cada uno de los planteles. La misma palabra prometedora fraudulenta de siempre.
Bueno, pero cierto es que dicen que no debe uno pedirle peras al olmo...y sobre todo, no dar perlas a los cerdos...a estos cerdos que corroen nuestro país como un cáncer maligno que ya, hoy en día, parece inextirpable. ¿Cuál es la cura?, ¿cómo solucionar el problema?
No encuentro la respuesta y por ello comparto contigo mi molestia.
P.D. A aquellos profesores de vocación, en forma atrasada, les deseo lo mejor en el mes en que se conmemora su día. Por ustedes se cumple la posibilidad de la esperanza que, aún en momentos de encono, puede verse a la lejanía en el horizonte de un México Posible.