jueves, diciembre 12

De comilonas, ausencias y significados

http://elmonasteriofortaleza.blogspot.mx/2012/04/devorador-de-libros.html

Ha llegado diciembre y con ello el año está prácticamente en jaque mate. Queda poco tiempo para que se renueve el tiempo, un nuevo ciclo en puerta. En estos días, prácticamente de ausencia bloguera, he podido entregarme de nuevo al vicio. He comprado varios textos que he leído rápidamente, tenía tiempo que no perdía en páginas como lo he hecho en los últimos días. Ha sido realmente satisfactorio, pero como en aquél añejo comercial de bebida en polvo: ¡quiero más! (y sí lo merezco, je). 

Tres novelas, dos libros de reflexión filosófica, dos más sobre análisis del proceso de enseñanza aprendizaje en la lectura, una encíclica papal y una exhortación apostólica; y aún no me siento satisfecho. La literatura como bálsamo, las letras como refugio. Ante días muy complicados en el ámbito laboral; entre las prisas del día a día, los libros, los misterios y deleites que encierran, me parecen un oasis en el desierto. Y es que en la vida de todo ser humano hay espacios de relajación y descanso, unos más amplios que otros, y para mí este es uno muy claro. También existen estos momentos de plenitud en las amistades, en la familia, en el propio trabajo (aunque suene contradictorio); hay que buscar siempre el momento de procurar un paréntesis que además nutra lo mejor que tenemos. 

¿Cómo logra usted, querido lector, ese espacio propio, personal y único? ¿No lo tiene? Le recomiendo que lo busque y ¿sabe algo?, ¡defiéndalo! ¡Hoy más que nunca!

Ante las presiones de diversa índole tenemos que oponer resistencia a un sistema que nos hace pensar que solo en la vida hay economía y política, todo un mundo de realidades nos espera más allá de las notas, amarillas, rojas, deprimentes de los noticieros. En estos días de ausencia en el blog, y refugio en los libros, me he desintoxicado de los noticiarios y la vida es más amable, aunque no siempre estemos enterados de lo último de lo último. 

Por aquí seguimos leyéndonos. 


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