jueves, diciembre 4

Deseando que mis letras lleguen hasta el cielo


Recuerdo con alegría mi vida alrededor de la tuya, recuerdo con profundo afecto cada uno de los momentos en que me prodigaste esperanza y confianza sin límites. Vives en mí de tantas maneras, y procuro ser conciente de ello a cada paso; no quiero ser soberbio y decir que tu vida tuvo sentido gracias a mi, al contrario afirmo que si mi vida es hoy lo que es, y camina por el rumbo en que se encuentra, en mucho, y por mucho, se debe a tu afecto, a tu constancia y a la oración que siempre tuviste en tus labios al pensar en mí.


Tal como te lo dije, cuando a la distancia me despedí pues la vida no me permitió estar contigo en tu partida, los que en ti encontramos el rostro alegre y amable de Dios, debemos simple y sencillamente agradecer tu presencia, pero con un agradecimiento profundo de esos que arrebatan, de esos que conmueven, de esos que hacen plena la vida pues la dotan de significado.


Aún, paradójicamente con la fe que me alienta, me duele tu partida; y confío en tu lugar de destino. Pero la verdad es que por mucho se te extraña. Ruego a Dios por ti, y te pido a ti, nuevamente, que ruegues delante de Él por mí.


Querida Nona, ¡Gracias!

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