jueves, febrero 28

El Oso de Benedicto

El Papa ha sido claro: ¡no vuelve a la vida privada y, aunque muchos lo puedan considerar, no se baja de la cruz! ¿Cómo entender esto en nuestros días? ¿Cómo valorar el sentido de dichas palabras?

En nuestro auxilio el Cardenal Raztinger nos da algunas pistas en el libro "Mi Vida", retrato autobiográfico previo a Roma como Prefecto. Palabras que a la luz de esta jornada de despedida que hoy celebramos nos pueden parecer proféticas. En la explicación de su escudo episcopal, elegido para Munich, pero también posteriormente para el Pontificado, encontramos la respuesta a la serenidad del ánimo, descrita por él apenas ayer como "profunda". ¿Por qué el Papa tiene y mantiene una actitud amena, alegre y con serenidad destilada en cada gesto ante su "aparente" derrota según el mundo de hoy? Me parece que se relaciona con el siguiente texto que me permito citar de la obra ya mencionada.





Finalmente, de la leyenda de Corbiniano, fundador de la diócesis de Frisinga, he tomado la imagen del oso. Un oso -cuenta esta historia- había despedazado el caballo del santo en su viaje a Roma. Corbiniano lo regañó severamente por aquella fechoría y, como castigo, le cargó el fardo que hasta entonces había llevado el caballo sobre sus lomos. Así, el oso tuvo que arrastrar el fardo hasta Roma y sólo allí lo dejó en libertad el santo. El oso que llevaba la carga del Santo me recuerda una de las meditaciones sobre los salmos de San Agustín. En los versículos 22 y 23 del salmo 72 (73) veía él expresado el peso y la esperanza de su vida. Aquello que él ve que expresan estos versículos y que presenta en su Comentario es como un "autoretrato" trazado ante Dios, y por tanto, no sólo un pensamiento piadoso sino explicación de la vida y luz en el camino. Me ha parecido que lo que Agustín escribe aquí representa mi destino personal. El salmo, perteneciente a la tradición de la Sabiduría, muestra una situación de necesidad y de sufrimiento que es propia de la fe y que deriva del fracaso humano; quien está de parte de Dios no está necesariamente de parte del éxito: los cínicos son a menudo personas a las que la fortuna parece corromper. ¿Cómo hay que entender esto? El salmista encuentra la respuesta en el estar ante Dios, que le permite entender que la riqueza y el éxito material son finalmente irrelevantes y reconoce qué es lo verdaderamente necesario y portador de salvación: "Ut iumentum factus sum apud te et ego semper teum". Las modernas tradicciones dicen lo siguiente: "Cuando mi corazón se exacerbaba, estúpido de mí, no comprendía, una bestia era ante ti. Pero a  mí, que estoy siempre contigo..." Agustín interpretó de forma algo distinta la expresión "bestia". El término latino "iumentum" designaba sobre todo los animales de tiro, que son utilizados por los campesinos para trabajar la tierra; y en éstos ve él una imagen de sí mismo, bajo el cargo de su servicio episcopal: "un animal de tiro está ante ti, para ti, y, precisamente por eso, estoy contigo". Había elegido la vida del hombre de estudio y Dios lo había destinado a hacer de "animal de tiro", el bravo buey que tira el carro de Dios en este mundo. Cuántas veces se rebeló contras las menudencias que se encontraba llevando sobre las espaldas y le impedían la gran labor que sentía como su vocación más profunda. Pero precisamente aquí el salmo le ayuda a salir de toda amargura: sí, es cierto, me he convertido en un animal de tiro, una bestia de carga, pero precisamente de este modo estoy contigo, te sirvo, me tienes en tus manos. Así como el animal de tiro es el más próximo al campesino y cumple para él su trabajo, de la misma manera él, justamente en este humilde servicio, está muy cerca de Dios, totalmente en su mano y es hasta el fondo su instrumento -no podría estar más cerca de su Señor, no podría ser más importante para Él-. El oso con la carga que sustituyó al caballo del santo Corbiniano -o más bien al burro de carga del santo- convirtiéndose en bestia de carga contra su voluntad, ¿no era y es una imagen de lo que debo ser y de lo que soy? "Por ti he llegado a ser una bestia de carga y precisamente así estoy en todo y para siempre contigo". ¿Qué más y más concreto podría contar sobre mis años de obispo? De Corbiniano se cuenta que en Roma devolvió la libertad al oso. Si el oso se quedó en el Abruzzo o volvió a los Alpes, no interesa en la leyenda. Entretanto, yo he llevado mi equipaje a Roma y desde hace ya varios años camino con mi carga por las calles de la Ciudad Eterna. Cuándo seré puesto en libertad, no lo sé, pero sé que también a mí me sirve que: "Me he convertido en una bestia de carga y, precisamente así, estoy contigo". 

RATZINGER, Joseph., Mi Vida. Recuerdos (1927-1977)., Trad. Carlos d´Ors Führer., Ediciones Encuentro., Sexta edición., Madrid., 2005. p. 157-159 


viernes, febrero 22

El mito del hombre civilizado

Imagen obtenida de: http://maq2115.blogspot.mx/2012/08/leonardo-da-vinci-y-el-hombre-de.html
A partir de la renuncia del Santo Padre Benedicto XVI, hace ahora poco más de una semana, he procurado seguir el oleaje desatado por un hecho sin precedentes en los últimos 600 años. Ciertamente una noticia como esta en un mundo globalizado como este, y con los medios que ofrece para estar actualizado, no es de suyo una tarea compleja. Cualquiera puede hacerlo, sólo se requiere un poco de habilidad para clasificar y distinguir entre una avalancha de notas, columnas, editoriales, opiniones y más opiniones. Gracias a diversos contactos he podido descubrir la percepción de un suceso como éste en otras latitudes; por mi parte, he decidido seguir las notas que se han venido publicando en los principales periódicos mexicanos. 

Ciertamente mucho que decir y comentar sobre tantas versiones, visiones y alternativas supuestas. No deja, sin embargo, de sorprenderme que quienes más buscan hablar del tema sean quienes se dedican de forma sistémica a ver en la Iglesia una de las peores caras de la humanidad en todas las épocas. Si tanto la Iglesia está a la deriva, si se revuelca en su destrucción, habría que reconocerle que ninguna otra institución ha paralizado la opinión pública mundial como sucedió el lunes 11 de febrero. Me guardo en general de presentar aquí los adjetivos,algunos muy creativos habría que decirlo, empleados por un buen número de "recientes expertos en catolicismo" porque, aunque son de dominio público, no veo el caso hacer aquí resonancia. No considero que abonen de profundidad a un análisis certero. Una cosa es una postura crítica y otra muy diversa es el insulto, aunque en este México nuestro creemos que crítica es sinómino de desprecio y que el desprecio no merece la más mínima crítica.

En el fondo de todas estas argumentaciones existe algo que he dado en llamar "el mito del hombre civilizado"; en los albores de una nueva época mundial a la que recurrentemente nos convocan, se ha de dar el advenimiento del hombre "liberado" de las cadenas de la religión y el oscurantismo. He aquí unas características específicas, breves anotaciones a modo de elementos básicos, para comprender a lo que me refiero:
  1. El "hombre civilizado" no debe incluir la variable religiosa cristiana y de conciencia moral del así llamado "occidente"; el progreso se conquista con la ciencia y por la ciencia se "liberará el espíritu" de las ataduras de la vieja dictadura de Dios. Y cuando se habla de Dios se específica, lógicamente, el Dios Cristiano y su terrible "imperio" ideológico del Cristianismo (sobra decir, "que tanto daño ha hecho al género humano"). Por otra parte, cualquier religión no convencional (reciente conformación y grandes toques de New Age) es alabada y tenida en gran estima por el "hombre civilizado" del siglo XXI pues conduce a la anhelada liberación. La religión a modo, diría yo, es el toque que caracteriza a la "tendencia dominante". Por otro lado es justo reconocer que Dios puede llamarse Dios sí y solo sí está dispuesto a cumplir lo que el hombre quiere para sí mismo. Nada de pedir un cambio y una conversión, si Dios nos hizo hombres debe aguantarse con su creación y quedarse callado, fuera del ámbito humano. En la civilización del siglo XXI pareciera que Dios es el eterno deudor del hombre.
  2. El "hombre civilizado" siempre debe externar una opinión favorable al "progresismo moral". Este progresismo debe estar fincado en aquél dicho picaresco: "nada es verdad, nada es mentira"; con este pensamiento relativo con el que se justifica cualquier conducta los medios son fines y los fines son medios. No hay nada que en términos absolutos sea "bueno" o "malo". Ya el brillante autor Robert Spaemman nos ha mostrado dos aristas del relativismo con las cuales podemos plantar una respuesta fundamentada (a quien interese sugiero pueda revisar este pequeño librito "Cuestiones Fundamentales").
  3. El "hombre civilizado" no sólo debe aceptar el aborto, la eutanasia (sobre todo cuando se disfraza de eugenesia), el homosexualismo, la contracepción y el control poblacional de los ricos sobre los pobres, la fertilización in vitro, la experimentación con seres humanos desde su etapa más primigenia y demás conjunto de "bellezas", sino que, ante todo y ante todos, debe ser un "activista", un "líder comunitario" que lleve luz a las comunidades en "oscurantismo" y que mediante su "carisma" contagie a todos los seres humanos la avasallante civilización del hoy y del mañana. El lema adaptado: "haz patria y nación, aniquila una creencia" parece tener un gran fundamento hoy en día. 
  4. El "hombre civilizado" debe llevar a cabo la renovación moral de los otros sin preocuparse por su propia renovación. El cambio es "allá afuera donde está el problema", y el problema, por "lógica", no puede corresponder a la esencia civilizada de la persona en óptica individual. Los individuos son libres y entonces esa libertad les permite, desde su óptica, ser siempre buenos, cooperadores, preocupados por la sociedad, por la educación, por la política, por la salud y un largo pasillo lleno de etcéteras. 
  5. El "hombre civilizado" debe ser tolerante con quienes piensan como él; pero debe arremeter, con firmeza y fiereza, con quienes piensan distinto. Debe hacerlo de forma "delicada" (lo que incluye insultos, agresión física cuando se pueda, dennostación del adversario y todo un altero de atentados a la dignidad humana) pues nadie debe percatarse de que el pensamiento, por sí mismo,  puede ser el origen de "nuevas civilizaciones". Capaz que las personas piensan diferente a la "mayoría" y ese riesgo no lo podría correr la "civilización". Divertido como el progreso, si un día parece "conservador" cae de la gracia de la opinión pública; eso nos lleva al siguiente punto. 
  6. El "hombre civilizado" tiene claro que cualquier cosa que pueda clasificarse como "progreso" es algo que merece ser apoyado; por el contrario, cualquier cosa que sea digna de preservarse debe ser criticada. El lema en este sentido sería: "todo para adelante ni un paso para atrás". En el hipotético caso de que se descubriera que hay error en el "progreso", la equivocación queda solventada y justificada en sí misma  por el empeño de conseguir el "progreso". La civilización que se pisa y come la cola al mismo tiempo no sería un problema doctrinal ni existencial. 
  7. La realidad, la verdad, inclusive la biología, deben someterse a las decisiones de voluntad del "hombre civilizado". Si la realidad, la verdad y la biología no coinciden con la voluntad, con la decisión personal e individual, es problema y responsabilidad de la realidad, la verdad y la biología; la culpa y las consecuencias de este "divorcio" existencial nunca serán del individuo quién, por medio de su libertad, ha decidido configurarse a sí mismo como algo que no es y sobre lo que nadie puede opinar. El "hombre civilizado" es para sí  mismo una potencial fuente de imaginación, todo lo que puede "pensarse" puede ejecutarse, pareciera decirse a sí mismo. 
  8. El "hombre civilizado" tiene en el mercado y en el Estado a su grandes aliados. No necesita de otros seres humanos mientras cuente con dinero en la bolsa. El "hombre civilizado" se basta a sí mismo mientras sea rico, si es pobre debe trabajar para no necesitar de otros y "civilizarse". La dependencia, en su sentido más original "necesitar de otros", es un crimen imperdonable. El Estado, mediante sus funcionarios, políticas e instituciones, deberá encargarse de permitirle al "hombre civilizado" ser un "hombre civilizado"; cuando el Estado no cumple con esta obligación "civilizadora" atenta contra la dignidad humana. Dicho sea de paso es lícito para el "hombre civilizado" que el Estado deba obligar a todos a ser "civilizados" por ello puede emprender por ejemplo, campañas a favor de todo lo comentado en el punto 3. Pero puede también, aunque los algunos rehúsen la "civilización", obligar la inmediata "civilización" de todos los hombres y para ello podrá invertir toda la fuerza que esté a su alcance promoviendo los puntos comentados en el numeral 3 de este listado. 
  9. El "hombre civilizado" hace surgir nuevos "derechos humanos" cuando le es conveniente. Los así llamados derechos humanos no brotan de la humanidad de los hombres sino de su voluntad, y del viento que sople en el momento mismo de tomar una decisión. Se siembran y se cosechan cuando se quiere; de igual forma la cosecha puede ocultarse en el granero si es conveniente a la "civilización". Debe garantizarse como derecho humano cada una de las conquistas que a placer ha venido logrando la "civilización" en medio de un mundo de "bárbaros" y "nativos". Todo "progreso" es derecho humano y no se tiene el humano derecho a disentir. 
  10. El "hombre civilizado" entiende por educación el grado académico que se alcance, entiende por servicio y ayuda a otros su propio beneficio cuando pueda lograrse. Comprende como participación social la alabanza del progresismo y sus redundantes beneficios económicos para otros implicados, que desde luego no aparecen en la primera parte de la pirámide económica. 
Ante este mito y panorama quisiera seguir, si me lo permiten, siendo todo lo "incivilizado" que pueda. Mejor nativo que "culto" en el ámbito aquí descrito. Prefiero seguir siendo humano cuando aún se me permita, mañana puede ser que la "civilización" invente otra categoría para describirme y, he aquí lo divertido, utilizarme. 

lunes, febrero 11

El adiós de un Padre

Foto: http://www.hispanidad.com/Confidencial/benedicto-xvi-la-iglesia-no-es-una-ong-ni-una-sociedad-filantrpica-20121203-153712.html


La paternidad es un tema de ida y de vuelta. No sólo con ser padre de alguien llevas a cabo la realidad maravillosa de la paternidad; es un asunto mucho más complejo, más ligado a nuestra propia constitución humana. Los hijos deben también percibirte como un Padre, deben experimentar de ti la seguridad y la confianza aún en momentos difíciles y complicados. 

Pensé en esta consideración al tener la dicha de encontrarme con mi antiguo arzobispo de Xalapa apenas este fin de semana; reconocí en él a un Padre Espiritual que, mediante su testimonio y presencia, ha apoyado mi encuentro con el mensaje y la persona de Jesucristo. Me ha ocurrido lo mismo al reencuentro con el Padre Zamora, fundador del movimiento al que pertenecí y que, en muchos sentidos, marcó mi vida. 

Hoy ante la noticia del día, de la semana y posiblemente del año, vuelvo a pensar en las claves de la paternidad como una figura central en la vida del ser humano. La paternidad espiritual, al igual que la biológica, nos involucra en un mundo de emociones diversas, pero sobre todo de experiencias profundas que marcan nuestra vida. Suceden no como casualidad sino como causalidad. Detrás de cada situación que ocurre hay un designio; existe un por qué concreto e inscrito en la Pedagogía Divina. Algunos "por qué" se nos han revelado, otros no. Sin embargo, la confianza y la esperanza no deben disminuir. 

Después de la muerte del Gran Papa el Buen Dios ha dado a su Iglesia un pastor de grandes miras y de profunda vida espiritual que ha sabido conducir, a lo largo de ocho turbulentos años, la nave de San Pedro. Hoy nos ha dicho adiós y la noticia ha tomado por sorpresa al mundo entero. 

Considero que mucho tenemos que agradecerle al Papa Teólogo que con todas sus fuerzas, llevándolas al límite, ha sabido dar Testimonio de la Verdad. Ha sido, como reza su lema, un "cooperador", un servidor de la verdad y los cambios internos y reformas que ha emprendido habrán de cosechar sus frutos en los próximos años. Contrario a lo que muchas personas consideran, la gran reforma interna contra la pederastia ha sido impulsada con decisión y vocación por el Santo Padre como una de sus prioridades, así como el nombramiento de los Obispos, estudiando con particularidad y apego a la oración, cada una de las ternas que le fueron propuestas. Pienso en estos dos hechos, aunque pudiéramos enumerar muchos otros. 

Hoy tenemos una Iglesia más fuerte pues Benedicto XVI nos ha contagiado todo su vigor físico hasta ser despojado de él completamente; su espíritu, ciertamente, seguirá acompañándonos desde la callada oración en el monasterio. Esperamos que también su "producción" teológica continúe para ayudarnos a crecer en la Fe. Como hijos espirituales de este Santo Padre habremos de acoger al venidero quien quiera que sea confiados en que Cristo comanda la Iglesia,Cristo reina como ha venido haciéndolo desde el momento mismo en que instauró el ministerio petrino. 

Ante ello surgen los conspiradores habituales que buscan un "motivo oculto", aparecen como por arte de magia los "vaticanólogos de clóset", y sobretodo, los "opinólogos" que ni conocen la Fe ni la vida e historia de la Iglesia. Ante esto, la actitud del católico debería ser apegarse la Iglesia en lugar de participar en "adivinaciones" respecto el nuevo Papa. Dios quiera que los católicos así nos comportemos pues viviremos en los próximos días una situación ciertamente novedosa en la Iglesia y debemos mantener la oración y la firmeza en la Fe. Ante quienes, con oscuros motivos, pretendan empañar nuestro ánimo respondamos con mayor dedicación en nuestra caridad, en nuestras obras de piedad y en nuestro apego a los sacramentos. Recordemos el Evangelio que meditamos ayer, cuando creamos que no podemos más Dios nos invita a lanzar nuevamente las redes. ¡Hagámoslo en su nombre! 

¡Gracias Santo Padre Benedicto XVI!

martes, febrero 5

Días en blanco

Foto: Piknik1977 http://www.sxc.hu/photo/1412923

Ha pasado más de un mes. Ni una sola palabra articulada por estos lares. Desierto blogguero. ¡De nuevo!. Creo tener una teoría.

Y miren que han existido temas, muchos y diversos, sobre los que uno se pudiera haber pronunciado. Enumero nomás por agrandar el post. El afamado tema de la reforma educativa, el gaseoso tema de PEMEX (con el divertido hecho de que nos “giran instrucciones” para no especular), las colaboraciones en El Universal de Sheridan (donde quienes gustamos de la lectura encontraremos un capítulo lacrimógeno de nuestra realidad nacional tal vez semejante a la lucha interna de emociones que generan las telenovelas “refriteras” de hoy), la maestra dando pataletas respecto la evaluación y los obstáculos de la desnutrición, el tigre del circo en el norte que acometió al entrenador y cometió con él sus más animales instintos; tanto de qué hablar y uno aquí secándose sin mucho que decir. 

A veces, duele pensarlo, la realidad no motiva sino que nos refunde en el sillón. De vez en cuando, en contradicción evidente a la tendencia de la hibernación del que esto anota, es necesario sacar la cabeza, cambiar de aires, nomás salir a ver si uno sigue pensando un poco sobre lo que pasa y nos atraviesa de modo frecuente en los medios, en los pasillos, en las amistades, en las familias.

Si bien la realidad supera a la ficción, bien sé cuánto se necesita a la ficción para poder convivir con la realidad. En días como este agradezco que, por lo menos, he podido disfrutar de algunas películas como tenía tiempo que no. Paradójicamente llevo un proyecto para el mundo del cine y no he podido ver más que una cinta. Vimos “Tadeo” en familia y fue harto agradable. Ha sido de las últimas joyas en los días recientes. El cine, una de mis viejas pasiones de hace muchos años, sigue ahí, consolando el ir y venir de los días. La lectura, sin embargo, se ha sentido olvidada y es mujer celosa. ¡Temo su mirada!, aunque la represalia de su indiferencia ya la siento en carne viva.

Sigo a duras penas con la lectura de Marina, un texto recibido en intercambio navideño. Y voy más lento que Casiopea, la genial tortuguita de Momo, y miren que ella solía, ante la prisa del tiempo, tomarse su tiempo. ¡Pero avanzaba! Yo en cambio a paso de “Lento Rodríguez”. Ni siquiera consiento en entrar al estudio, me da miedo que los libros empiecen a gritarme reproches; sobre todo temo a los más “gordos”, si se deja venir un uno por el coraje acumulado capaz que me obnubila. Ahí los tengo, por ahora, nomás de adorno. Condenados como yo a ver pasar días en blanco.

He podido retomar clases los lunes por la tarde y ello ha contribuido un poco al desempolve; con cierto aire de quejumbre, más propio de alguien en tercera edad que de alguien en tercera década, sé que tengo que irme levantando del sillón. Me cuesta, no debo negarlo pero sí resolverlo. Creo que el príismo  que ha vuelto, y en en boga ¡nomás véalo usted!, y que se expande a mi alrededor, en los medios, en los pasillos, en la dinámica de las organizaciones, y en todo resquicio de la vida pública, me ha deprimido profundamente. Despierto, desde diciembre, en un país que pensaba sepultado; veo una prensa que antes “libre y agresiva” ahora es “sumisa y entregada”. El aire apesta a “tlatoani”, se contaminan las fosas nasales con el aroma a “redentor” plenipotenciario de las burocracias y de los conglomerados que añoran la palabra, el gesto, el abrazo enérgico, el aplauso y ahora, hay que decirlo, el copete modelado por la ignominia. ¿Seis años de esto? ¡Espero que nomás sean seis años, otros 70 seguro no los vivo!