jueves, septiembre 30

Proyecto biblioteca familiar

Foto obtenida de: http://bibliotecaponce.files.wordpress.com/2009/12/book_house.jpg 


Adri, en su nueva escuela, ha tenido la oportunidad de acercarse a revisar libros. No sólo en cuanto a revisar el texto en la lectura sino comprendiendo la importancia del orden que de estas herramientas puede tenerse, su clasificación y organización. Le han dejado de tarea algunas fichas bibliográficas de libros que tenga y se nos ha ocurrido una idea: ¡empezaremos a ordenar nuestros libros!. Aprovecharé para poner en orden los míos (ese gran anhelo surge de nuevo), y para ayudarle a ir ordenando los suyos que ya no caben en un pequeño librero. Que conste que no fue influencia mía, vino de la escuela y me siento humanamente obligado a apoyar tan destacable iniciativa

La casa se irá paulatinamente conviertiendo en biblioteca, aunque nadie sospeche. Será una misión interesante. Ya les contaré por acá como nos va cuando tengamos un avance considerable. El domingo es la primera sesión, se acepta buena vibra. 

sábado, septiembre 25

Sensaciones de impotencia

Foto: http://jitanjafora-calambur.blogspot.com/2009/03/cero-frustracion.html

Tal vez la impotencia, ese saberse poco útil ante la urgencia, sea un detonante de una cantidad mayor de sentimientos y emociones que se entrelazan al son de la desesperación. 

Hay impotencia que puede de alguna manera canalizarse y enfrentarse. Lo he vivido en carne propia ante la enfermedad de mi hijo más pequeño. Verle canalizado en un cuarto de hospital, lamentándose por cada una de las complicaciones que sufrió y después esperarle afuera del cuarto donde le realizaron una punción lumbar escuchando su llanto intenso, ininterrumpido en 20 minutos, realmente me partió. 

Sin embargo, ante esa situación no queda más que acogerse al médico y a su capacidad, además del cuerpo de enfermería, que tan buena atención nos proporcionó. 

La impotencia, ante la urgencia de atención, que no pude manejar fue encontrarme con la burocracia en las farmacias. Me queda claro que es una medida necesaria para prevenir la automedicación, pero como siempre los mexicanos gustan del trámite sobre el trámite. En toda farmacia visitada está el bonito letrero de que no se surtirá sin receta médica, pero ojalá pudieran poner un cartelón con los requisitos que precisan en la receta. Fue una travesía que pudieron evitarme, y evitarle a mi familia. Se invirtió tiempo y más de una vuelta innecesaria. 

En una me pedían sello del hospital, en otra firma del médico, en otra dirección del hospital, en otra sello del médico. Historia de nunca terminar. En toda farmacia te deben pedir lo mismo, en toda farmacia debería tenerse con claridad los requisitos para que pueda uno mismo revisar al médico. Como siempre en lugar de regular al proveedor se regula al consumidor. Esa impotencia si no es admisible, pues sé que a diferencia de la enfermedad, tenía más formas de evitarse. 

¿Cuánto sufren aquellos que no tienen puerta de entrada con un médico especialista?, a fin de cuentas la pediatra nos apoyo extraordinariamente, pero no puedo imaginarme el calvario de aquél padre, aquella madre, que asiste a una farmacia para comprar un medicamento que marca la diferencia entre la vida y muerte de uno de sus hijos y se encuentra con la más estúpida  burocracia y la imposibilidad de salir adelante de este penoso trance. Esa impotencia no es digerible, me den la razón que me den.


domingo, septiembre 19

Una luz en la oscuridad

Para conmemorar la beatificación del Cardenal Newman acaecida el día de hoy en ceremonia presidida por Su Santidad Benedicto XVI, transcribo un hermoso texto que ha sido remitido a mi correo electrónico el día de hoy.

Imagen obtenida de: http://santaiglesiamilitante.blogspot.com/2009/07/sera-beatificado-el-cardenal-newman.html
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En la mañana del lunes 12 de mayo, Newman fue al Palazzo della Pigna, la residencia del Cardenal Howard, que le había cedido sus apartamentos para recibir allí al mensajero del Vaticano que traía el Biglietto de parte del Cardenal Secretario de Estado, informándole que en un Consistorio secreto, que había tenido lugar esa misma mañana, el Santo Padre le había elevado a la dignidad de Cardenal.

A las once en punto, las habitaciones estaban llenas de católicos ingleses y americanos, tanto eclesiásticos como laicos, y también muchos miembros de la nobleza romana y dignatarios de la Iglesia, reunidos para ser testigos de la ceremonia. Poco después del mediodía fue anunciado el mensajero consistorial.

Al entrar entregó el Biglietto en manos de Newman, quien, después de romper el sello, lo pasó a Mons. Clifford, obispo de Clifton, el cual leyó el contenido en voz alta. Luego, el mensajero informó al nuevo Cardenal que Su Santidad lo recibiría en el Vaticano a las diez de la mañana del día siguiente, para conferirle la birreta cardenalicia. Después de los acostumbrados cumplidos, Su Eminencia el Cardenal John Henry Newman pronunció el siguiente discurso, que desde entonces es conocido como Biglietto Speech. El primer párrafo lo pronunció en italiano:

“Le agradezco, Monseñor, la participación que me hecho del alto honor que el Santo Padre se ha dignado conferir sobre mi humilde persona. Y si le pido permiso para continuar dirigiéndome a Ud., no en su idioma musical, sino en mi querida lengua materna, es porque en ella puedo expresar mis sentimientos, sobre este amabilísimo anuncio que me ha traído, mucho mejor que intentar lo que me sobrepasa.

En primer lugar, quiero hablar del asombro y la profunda gratitud que sentí, y siento aún, ante la condescendencia y amor que el Santo Padre ha tenido hacia mí al distinguirme con tan inmenso honor. Fue una gran sorpresa. Jamás me vino a la mente semejante elevación, y hubiera parecido en desacuerdo con mis antecedentes. Había atravesado muchas aflicciones, que han pasado ya, y ahora me había casi llegado el fin de todas las cosas, y estaba en paz.

¿Será posible que, después de todo, haya vivido tantos años para esto? Tampoco es fácil ver cómo podría haber soportado un impacto tan grande si el Santo Padre no lo hubiese atemperado con un segundo acto de condescendencia hacia mí, que fue para todos los que lo supieron una evidencia conmovedora de su naturaleza amable y generosa. Se compadeció de mí y me dijo las razones por las cuales me elevaba a esta dignidad. Además de otras palabras de aliento, dijo que su acto era un reconocimiento de mi celo y buen servicio de tanto años por la causa católica, más aún, que creía darles gusto a los católicos ingleses, incluso a la Inglaterra protestante, si yo recibía alguna señal de su favor. Después de tales palabras bondadosas de Su Santidad, hubiera sido insensible y cruel de mi parte haber tenido escrúpulos por más tiempo.

Esto fue lo que tuvo la amabilidad de decirme, ¿y qué más podía querer yo? A lo largo de muchos años he cometido muchos errores. No tengo nada de esa perfección que pertenece a los escritos de los santos, es decir, que no podemos encontrar error en ellos. Pero lo que creo poder afirmar sobre todo lo que escribí es esto: que hubo intención honesta, ausencia de fines personales, temperamento obediente, deseo de ser corregido, miedo al error, deseo de servir a la Santa Iglesia, y, por la misericordia divina, una justa medida de éxito.

Y me alegra decir que me he opuesto desde el comienzo a un gran mal. Durante treinta, cuarenta, cincuenta años, he resistido con lo mejor de mis fuerzas al espíritu del liberalismo en religión. ¡Nunca la Santa Iglesia necesitó defensores contra él con más urgencia que ahora, cuando desafortunadamente es un error que se expande como una trampa por toda la tierra! Y en esta ocasión, en que es natural para quien está en mi lugar considerar el mundo y mirar la Santa Iglesia tal como está, y su futuro, espero que no se juzgará fuera de lugar si renuevo la protesta que hecho tan a menudo.

El liberalismo religioso es la doctrina que afirma que no hay ninguna verdad positiva en religión, que un credo es tan bueno como otro, y esta es la enseñanza que va ganando solidez y fuerza diariamente. Es incongruente con cualquier reconocimiento de cualquier religión como verdadera. Enseña que todas deben ser toleradas, pues todas son materia de opinión. La religión revelada no es una verdad, sino un sentimiento o gusto; no es un hecho objetivo ni milagroso, y está en el derecho de cada individuo hacerle decir tan sólo lo que impresiona a su fantasía. La devoción no está necesariamente fundada en la fe.

Los hombres pueden ir a iglesias protestantes y católicas, pueden aprovechar de ambas y no pertenecer a ninguna. Pueden fraternizar juntos con pensamientos y sentimientos espirituales sin tener ninguna doctrina en común, o sin ver la necesidad de tenerla. Si, pues, la religión es una peculiaridad tan personal y una posesión tan privada, debemos ignorarla necesariamente en las interrelaciones de los hombres entre sí. Si alguien sostiene una nueva religión cada mañana, ¿a ti qué te importa? Es tan impertinente pensar acerca de la religión de un hombre como acerca de sus ingresos o el gobierno de su familia. La religión en ningún sentido es el vínculo de la sociedad.

Hasta ahora el poder civil ha sido cristiano. Aún en países separados de la Iglesia, como el mío, el dicho vigente cuando yo era joven era: “el cristianismo es la ley del país”. Ahora, en todas partes, ese excelente marco social, que es creación del cristianismo, está abandonando el cristianismo.

El dicho al que me he referido se ha ido o se está yendo en todas partes, junto con otros cien más que le siguen, y para el fin del siglo, a menos que interfiera el Todopoderoso, habrá sido olvidado. Hasta ahora, se había considerado que sólo la religión, con sus sanciones sobrenaturales, era suficientemente fuerte para asegurar la sumisión de nuestra población a la ley y al orden. Ahora, los filósofos y los políticos están empeñados en resolver este problema sin la ayuda del cristianismo. Reemplazarían la autoridad y la enseñanza de la Iglesia, antes que nada, por una educación universal y completamente secular, calculada para convencer a cada individuo que su interés personal es ser ordenado, trabajador y sobrio.

Luego, para el funcionamiento de los grandes principios que toman el lugar de la religión, y para el uso de las masas así educadas cuidadosamente, se provee de las amplias y fundamentales verdades éticas de justicia, benevolencia, veracidad, y semejantes, de experiencia probada, y de aquellas leyes naturales que existen y actúan espontáneamente en la sociedad, y en asuntos sociales, sean físicas o psicológicas, por ejemplo, en el gobierno, en los negocios, en las finanzas, en los experimentos sanitarios, y en las relaciones internacionales. En cuanto a la religión, es un lujo privado que un hombre puede tener si lo desea, pero por el cual, por supuesto, debe pagar, y que no debe imponer a los demás ni permitirse fastidiarlos.

El carácter general de esta gran apostasía es uno y el mismo en todas partes, pero en detalle, y en carácter, varía en los diferentes países. En cuanto a mí, hablaría mejor de mi propio país, que sí conozco. Creo que allí amenaza con tener un formidable éxito, aunque no es fácil ver cuál será su resultado final. A primera vista podría pensarse que los ingleses son demasiado religiosos para un movimiento que, en el continente, parece estar fundado en la infidelidad.

Pero nuestra desgracia es que, aunque termina en la infidelidad como en otros lugares, no necesariamente brota de la infidelidad. Se debe recordar que las sectas religiosas que se difundieron en Inglaterra hace tres siglos, y que son tan poderosas ahora, se han opuesto ferozmente a la unión entre la Iglesia y el Estado, y abogarían por la descristianización de la monarquía y de todo lo que le pertenece, bajo la noción de que semejante catástrofe haría al cristianismo mucho más puro y mucho más poderoso. Luego, el principio liberal nos está forzando por la necesidad del caso.

Considerad lo que se sigue por el mismo hecho de que existen tantas sectas. Se supone que son la religión de la mitad de la población, y recordad que nuestro modo de gobierno es popular. Uno de cada doce hombres tomados al azar en la calle tiene participación en el poder político, y cuando les preguntáis sobre sus creencias representan una u otra de por lo menos siete religiones.

¿Cómo puede ser posible que actúen juntos en asuntos municipales o nacionales si cada uno insiste en el reconocimiento de su propia denominación religiosa? Toda acción llegaría a un punto muerto a menos que el tema de la religión sea ignorado. No podemos ayudarnos a nosotros mismos.

Y, en tercer lugar, debe tenerse en cuenta que hay mucho de bueno y verdadero en la teoría liberal. Por ejemplo, y para no decir más, están entre sus principios declarados y en las leyes naturales de la sociedad, los preceptos de justicia, veracidad, sobriedad, autodominio y benevolencia, a los que ya me he referido. No decimos que es un mal hasta no descubrir que esta serie de principios está propuesta para sustituir o bloquear la religión.

Nunca ha habido una estratagema del Enemigo ideada con tanta inteligencia y con tal posibilidad de éxito. Y ya ha respondido a la expectativas que han aparecido sobre la misma. Está haciendo entrar majestuosamente en sus filas a un gran número de hombres capaces, serios y virtuosos, hombres mayores de aprobados antecedentes, y jóvenes con una carrera por delante.

Tal es el estado de cosas en Inglaterra, y es bueno que todos tomemos conciencia de ello. Pero no debe suponerse ni por un instante que tengo temor de ello. Lo lamento profundamente, porque preveo que puede ser la ruina de muchas almas, pero no tengo temor en absoluto de que realmente pueda hacer algún daño serio a la Palabra de Dios, a la Santa Iglesia, a nuestro Rey Todopoderoso, al León de la tribu de Judá, Fiel y Veraz, o a Su Vicario en la tierra. El cristianismo ha estado tan a menudo en lo que parecía un peligro mortal, que ahora debemos temer cualquier nueva adversidad. Hasta aquí es cierto.

Pero, por otro lado, lo que es incierto, y en estas grandes contiendas es generalmente incierto, y lo que es comúnmente una gran sorpresa cuando se lo ve, es el modo particular por el cual la Providencia rescata y salva a su herencia elegida, tal como resulta. Algunas veces nuestro enemigo se vuelve amigo, algunas veces es despojado de esa especial virulencia del mal que es tan amenazante, algunas veces cae en pedazos, algunas veces hace sólo lo que es beneficioso y luego es removido. Generalmente, la Iglesia no tiene nada más que hacer que continuar en sus propios deberes, con confianza y en paz, mantenerse tranquila y ver la salvación de Dios. “Los humildes poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz” (Salmo 37,11).[1]


Su Eminencia habló con voz fuerte y clara, y aún cuando estuvo de pie todo el tiempo no mostró signos de fatiga.

El texto fue telegrafiado a Londres por el corresponsal del “The Times” y apareció completo en el periódico al día siguiente. Más aún, gracias a la bondad del Padre Armellini, S.J., que lo tradujo al italiano durante la noche, salió completo en “L’Osservatore Romano” del día siguiente.

Traducción y comentario Fernando María Cavaller. Tomado de Catholic Net, para ver el texto completo da un clic aquí.

(1) El texto original está en My Campaign in Ireland, Aberdeen, 1896, pp.393-400.

Comentarios al editor de la Revista Humanitas: info@humanitas.cl

miércoles, septiembre 8

El futuro como problema

Foto obtenida en: http://hunna.org/wp-content/uploads/2010/08/futuro.jpg
Tendemos siempre a preocuparnos más por lo vendrá que por lo que ahora tenemos entre manos. No sé desde cuando la humanidad funcione con este patrón, creo que incluso es un mecanismo de defensa aún no descubierto por la psicologizante idea de que todo tiene que ver con la terapia. No lo sabré nunca. 

Los mexicanos hemos acuñado una frase que retrata nuestra incongruencia: "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". La cosa es que a nadie le gusta el hoy, y todos son partidarios del mañana. Esta situación, bastante humana por cierto, se nos presenta sobre todo en la política mexicana, esa especie de laboratorio social donde pueden estudiarse las bacterias y subsistemas más exquisitos por su complejidad y su tendencia antropomorfa y antropófaga constante. Un biólogo, de seguro, puede llegar al orgasmo pensando en un microscopio capaz de contar con  una lente que le permita ver, estudiar, y analizar tal mini-realidad.

Pongamos un ejemplo fabulesco. Tenemos un líder político de cierto pelo, imagínalo lector, lectora querida,  del color y estatura que gustes. Un buen día consigue algún hueso y no ha terminado de roerlo cuando codiciosamente está pensando en el siguiente, de tal forma que desperdicia lo que aún tiene entre manos y al que pudo aún sacarle más "carnita", ese alimento va directo a la basura, se pierde, se derrocha. Al recibir el hueso de sus anhelos, apenas en las segunda lamida, se encuentra con lo que él realmente desea es ese otro hueso que tiene el político que tanto aborrece, y que se sitúa en la banqueta de enfrente. Surge un pensamiento entonces:  "¡yo también puedo tenerlo, es más yo merezco tenerlo!". Acto seguido, deja sobre la acera el segundo hueso alcanzado y se lanza en la búsqueda del siguiente. Cadena sin fin de desgracias, injusticias y a fin de cuentas "vanidad de vanidades".

Ejemplo real. Presidente municipal que es candidato a diputado local, luego diputado federal, luego candidato a gobernador, que como no alcanza es senador, y nuevamente recarga las pilas pa ser gobernador, esperando de por medio un puesto en gabinete, y por qué no pensar en "la grande". Este bonito personaje viene en todos los colores y presentaciones, los empaques cambian, pero también luego los empaques pueden fusionarse, o el muñeco nomás por que se le hinchan cambia de aparador.  Este brinco, si es letrado el individuo, es como decirse a sí mismo: "total, el único que es aborrecible por cambiar de partido como de calzones es Santa Anna en este país, y entre él y yo hay un universo de distancia" (Aquí, en un mundo ideal,  debería sonar una chicharra de concurso televisivo y el locutor decirle a grito pelado en la oreja donde más escuche: "FALSO, son igualitos"). A fin de cuentas quien se promociona a sí mismo por encima de la patria no es más que un vulgar santanilla con ganas de trascendencia. Avísenle, si conocen a alguno, que siempre la trascedencia será cuestionable.

Toda esta diatriba viene a cuento por el informe del encopetado hace algunos días. Seguramente, este día, pasará a la lista de festividades como el "día nacional de la caballera apelmazada". En dicha jornada, y las que le han seguido, sólo se ha hablado del futuro y se ha despreciado el presente. Los políticos, los representantes de la opinocracia, los medios electrónicos e impresos y sus urracas, no pocos empresarios prominentes, y muchas de esas así llamadas "figuras públicas" han orientado sus siempre sabias e interesantes reflexiones al 2012. Todo es ya 2012, y eso es igual de patético que descubrir productos de navidad en pleno septiembre. Quienes asumen que el único problema es el futuro literalmente escupen sobre lo que le resta al año y a quienes esperamos algo de los meses aún por venir; nos escupen directamente a la cara a quienes tratamos de construir el día a día con no pocos esfuerzos y sacrificios. Por hacer cábalas y suposiciones de cosas que bien pueden ni suceder se pierde el foco que alumbra los pasos de cada día. Por tratar de hacer lo de mañana se condena lo que se hace hoy. Como recuerdo la alegoría del pan que a la puerta del horno se nos quema, como dice Vallejo en los Heraldos Negros que nos manda la muerte.

Todo político mexicano dedicado a servirse de México es de suyo un heraldo negro, de esos que avisan calamidades. Pienso como Platón que la república debería ser dirigida por seres pensantes y no por individuos viscerales de relamidas cabelleras y mañas envueltas en finos modales.

¿Algún día este país se levantará o seguiremos de rodillas, como hemos estado desde el momento en que nacimos, por el capricho de algunos pocos? Señoras y señores, realmente la vida no es justa. Hagamos algo para que pueda mejorar, pero hagámoslo hoy y no mañana.

sábado, septiembre 4

¿Cuándo hemos tenido algo que celebrar?

Ya mucha tinta se ha derramado y continuará, gota a gota, culminándose. Que si debemos festejar, conmemorar, celebrar, alegrarnos. Que como festejar en estos tiempos difíciles. Que por qué tanto gasto, que si los huesos, que si los coordinadores, que si la propuesta. Pocas voces a favor, en voz muy queda, tratan de defender el gusto de la fiesta frente a los detractores. Recuerdo el cuento de Martín Luis Guzmán y me convenzo que, a lo mejor, la única fiesta que enciende el ánimo es "la fiesta de las balas" a que tanto, y durante tanto tiempo, nos hemos inclinado. Ahora no es la excepción.

En el tema de los 200 años de independencia y los 100 años de revolución tampoco hay acuerdo entre los mexicanos como no se pueden acordar otros grandes temas, en muchas ocasiones ni siquiera dialogar. Si concedo que estamos en un tiempo polarizado y poco inclinado a dirimir diferencias. Hay pocas voces que llaman a la unidad, en momentos como este los así llamados "intelectuales" tendrían que mostrar nuevos caminos. A veces creo que nuestros "intelectuales" también son de muy tercer mundo y con poca altura de miras.

 No considero que debamos recurrir al "tlatoani" o al "caudillo" para encontrar un retorno a un pasado maléfico, deberían existir no pocos liderazgos que en conjunto nos ofrecieran un nuevo panorama. Nuestra clase política se queda corta, al igual que los principales medios de comunicación y sus voceros. ¿Donde entonces encontrar una nueva alternativa?

En este México sumido en conflictos, como pocas veces, me percato de que las oportunidades y nuevos retos existen y que "sí se puede" (por lo menos se puede más que en el fútbol), pero que no es fácil cultivar en tierra tan seca y con mulas tan ariscas.

Pero, por otro lado, a quienes critican el festejo presente yo sólo pregunto ¿qué se festejaba antes? México, desde que nació, salvo ciertos periodos, siempre ha sido convulso y si nos pusieramos rigoristas la verdad es que hemos tenido pocos pretextos para celebrar antes y entonces ¿por qué no hacerlo ahora?